
En la esquina roja: una aguerrida y enternecedora momia, tomada tal vez en préstamo de algún museo de ciencias naturales o excavada de algún recinto milenario; pieza arqueológica que —según el credo de su vice-candidata— bien pudo haber coexistido —pacíficamente, ¿quién lo pone en duda?— con los últimos dinosaurios que poblaron la tierra. La otra mitad de su campaña, una mujer de belleza tranquila y sobrecogedora —madre de cinco criaturas y futura abuela—, se estrena en el gran circo mediático admitiendo ante las cámaras que desconoce la Doctrina Bush, mientras sus detractores más implacables le achacan que basa parte de su experiencia en la arena internacional en el hecho de que puede ver Rusia desde Alaska.
En pocas palabras: en la esquina azul: activista comunitario, epítome del sueño americano...
En pocas palabras: en la esquina roja: héroe de guerra por excelencia, inquilino durante cinco largos años del infame Hanoi Hilton...
Ambas partes merecen mi respeto y mi recelo.
Y, al final del día, sólo una se queda con mi voto.
3 comentarios:
y el candidato independiente, no te animas?
Buen analisis, yo no puedo votar pero tan solo por el color Rojo que me recuerda " Comunismo " diria
"Sola vaya," con ese no quiero nada.
Nunca se sabe que va a suceder pero es mejor correr el riesgo de algo diferente.
saludos
Omara
Tiro, votar por el independiente es "botar" el voto.
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