¡Este blog se mudó a http://belascoainyneptuno.com!

Espera unos segundos para redirigirte automáticamente al nuevo sitio. Si no funciona, visita
http://belascoainyneptuno.com.
De paso, actualiza la dirección en tu blogroll y en tus “favoritos”. ¡Gracias!

domingo, agosto 31, 2008

Al lector de blogs

Me extraña que no comentes,
lector que en sombras visitas,
que concuerdas o te irritas
y no dices lo que sientes.
No pretendo que lamentes
que no te uso de estandarte,

que tu voz no forma parte
de esta tribuna emergente.
Pero si esto está caliente:
¡habla, comenta, comparte!

viernes, agosto 29, 2008

Mugen las vacas, balan las ovejas

A propósito de la golpiza propinada anoche en el Protestódromo a quienes se manifestaron por la libertad de Gorki, le propuse a Jorge Salcedo (en su blog) que creáramos un cadáver exquisito. Yo puse el primer verso (que lo tomé prestado del propio Salcedo), él puso el segundo… y Tirofijo lo terminó. Ahí va.
***
Mugen las vacas, balan las ovejas
y los lobos atienden inquietudes,
como no tienen otras aptitudes...
sacan a relucir sus garras. Viejas

y amargas, conocidas, son las quejas
de los que no conocen de virtudes.
Unos chicos gritando y multitudes
de esbirros, a atacarlos como abejas,

el aguijón alistan y del pelo
tiran a Yoani Sánchez, sobre Ciro
Díaz, llueven los golpes. Sin respiro,

cuatro a uno, les pegan en el suelo
y el pueblo vuelve el rostro. En la tribuna
los miserables cantan a la luna.

Gente con swing

Zoé Valdés ha tenido la gentileza de otorgarle a Belascoaín y Neptuno el premio “Brillante Weblog”. Para mí es un gran honor que la escritora me tenga en tan alta estima. Soy lector asiduo de su obra —de la cual destaco entre mis predilectas de todos los tiempos y latitudes su novela La nada cotidiana—; soy lector asiduo de su blog, desde donde le canta las verdades al régimen de la isla. En otras palabras: hoy, que es un día triste para mí y para Cuba (que somos la misma cosa), el premio —su caudal simbólico— me ha levantado un poco el ánimo; que ya es mucho pedir.

Las bases del premio —que aparecen abajo— estipulan que el blog premiado debe elegir un mínimo de siete blogs y otorgarles el premio. No reiteraré los blogs elegidos por Zoé, que de lo contrario estarían en mi lista. Mis elecciones, en orden alfabético, son:

El abicú liberal
El blog de Enrisco
F16
Fogonero emergente
La finca de Sosa
Los lirios del jardín
Los Miquis de Miami (in memoriam)
Salcedo Diario

• Al recibir el premio, se ha de escribir un post mostrando el premio y se ha de citar el nombre del blog o web que te lo otorga y enlazarlo al post de ese blog o web que te nombra ganador.

• Elegir un mínimo de siete blogs (pueden ser más) que creas que brillan por su temática y/o su diseño, para otorgarles el premio a tu vez. Escribir sus nombres y los enlaces a ellos en tu blog.

• Avisarles de que han sido premiados con el premio “Brillante Weblog”, incluyendo en el texto las Bases del concurso, para que continúen la red.

Una palabra

Quienes todavía se preguntan qué es la revolución cubana deben saber que su más estricta definición es bien sencilla: un sistema capaz de ponerse a temblar ante una palabra. La palabra en cuestión es lo de menos. Ha mutado y lo seguirá haciendo hasta que el edificio enclenque se venga abajo. Lo realmente significativo —pues constituye la constante— es el tembleque.

Hace poco más de un año, un grupo de jóvenes cubanos se lanzó a las calles a diseminar un anhelo tantas veces pospuesto: en pulseras blancas que colgaban de sus muñecas llevaban una palabra impresa en letras negras. La palabra en cuestión: cambio. Cuando el clamor silente comenzó a ganar atención y adeptos en la isla, ardió Troya. El gobierno intensificó las razias. El miedo plantó bandera. La represión hizo su agosto. Las pulseras de goma fueron prontamente sustituidas por esposas de metal; las calles, por calabozos; la esperanza, por desilusión; el pretendido cambio, por la inmovilidad acostumbrada.

En la noche del 28 de agosto de 2008 otra palabra hizo temblar al régimen de la isla. La acción telúrica comenzó cuando los integrantes del grupo de rock Porno Para Ricardo, sumados a Emilio Marill y la bloguera Yoani Sánchez —inmersos en el público asistente al concierto de Pablo Milanés en la “Tribuna Antiimperialista”— en una pausa entre canciones corearon tres veces el nombre del guitarrista líder del grupo: ¡Gorki!

La suerte estaba echada de antemano. Al iniciar el concierto, Pablo Milanés —quizá sin quererlo— hizo las veces de pitonisa al declarar: «Este es un concierto dedicado a la juventud cubana. Traemos sorpresas y la seguridad de que vamos a pasar una noche maravillosa, entre amigos». El mensaje venía en clave: «Traemos sorpresas y la Seguridad».

Los manifestantes tuvieron oportunidad de levantar una pancarta con el nombre del amigo que espera injusta condena acusado de “peligrosidad pre-delictiva” y dicha pancarta estuvo en el aire el tiempo suficiente como para que la vieran los inmutables artistas que, desde la tribuna, jugaban a los monos sabios. Si por los integrantes de Porno Para Ricardo, Emilio y Yoani hubiera sido, habrían gritado el nombre del recluso toda la noche, pero las fuerzas policiales y paramilitares se encargaron de recordarles —mediante los puños, los palos, las tonfas— que el uso de la palabra sólo le es permitido al gobierno revolucionario.

Una palabra. A Yoani le dieron con un pomo. Una palabra. Cuatro policías ensañándose con cada hombre que se manifestó a favor del rockero preso. Una palabra. Un régimen que boquea. Gorki. Y un castillo de naipes se desmorona.

jueves, agosto 28, 2008

Sangre, sudor y lágrimas

Reproduzco una carta abierta de Paquito D’Rivera a Danny Rivera, a propósito de un concierto que este último dará en Nueva York próximamente en solidaridad con los cinco espías cubanos que cumplen sentencia en Estados Unidos por delitos de espionaje.
***

Sangre, sudor y lágrimas

“Yo soy un trabajador./ Y mi trabajo es cantar. / Cantando me gano el pan/ con más o menos sudor”. A mí siempre me gustó esa canción y (casi) cualquier cosa que cantaba Danny Rivera, quien probablemente jamás se enteró de que a los comunistas nunca les hizo mucha gracia esa letra, pues para ellos, el arte NO es considerado trabajo. Tanto así, que la única vez que hablé brevemente con el Che Guevara y le dije que era músico, enseguida me preguntó que además de la musiquita, en qué trabajaba. Para mí el Che fue también una inspiración, pues desde aquel día comencé a elucubrar la forma de huir de aquella isla a como diera lugar.

Hoy, siempre que escucho la voz de Danny, me viene a la mente aquella primera vez que nos encontramos en (lo que iba quedando de) La Habana de fines de los años 60. En aquella época, los cubanos teníamos muy poca oportunidad de relacionarnos con gente del exterior. La escena nacional estaba compuesta más o menos por el circo soviético, algún cantautor “protesta" del Paraguay, el ballet de Uzbekistán, y un par de grupitos de música andina con vicuña y todo. De modo que entre balalaikas siberianas y zampoñas de Machu Pichu, nuestro horizonte sonoro era más aburrido que un discurso de Mao Tse Tung. Por esa razón, el trabajo con los extraordinarios artistas portorriqueños que vinieron con Danny Rivera, Lucesita Benítez, Alberto Carrión y el director musical Pedrito Rivera Toledo, fue para nosotros como una especie de idilio político-religioso con matices nutricionales: ellos cantándole su amor a la Revolución del Comediante en Jefe, y nosotros rogándole a Changó que no se fueran los boricuas pa’ seguir comiendo bueno en los hoteles turísticos de la Isla, vedados para los nativos no autorizados. Cuando aquello, salir de Cuba era aun mas difícil que hoy, y la comida la teníamos siempre en el pico del aura, ya que lo que nos daban en casa por la exigua libreta de racionamiento, hubiera matado de hambre a un gorrión. ¿Es eso a lo que aspiran ustedes para Puerto Rico? No me hagas reír, Danny. Y si no sabes (o no quieres saber) lo que es la libreta de racionamiento, espera no más, cuando triunfe el comunismo en tu tierra, cómo demonios te vas a llenar esa pancita marxisto-burguesa que has echao’ últimamente, con tres huevos a la semana, 2 alcapurrias de picadillo de soya y un cuarto de libra de habichuelas al mes.

Aún me acuerdo cuando a principios de los ochenta, Brenda y yo te recibimos con júbilo en nuestro apartamento de la 43 y novena avenida en Manhattan. Hay hasta una foto muy linda de ese encuentro en mi libro Mi vida saxual. “Ay, Paquito, aquello no es lo que yo creía”, me dijiste con amargura en aquella ocasión. Yo preferí evadir el tema, pero nunca entendí porque no le dijiste eso mismo al periodista Agustín Tamargo, cuando en 1994 los exiliados cubanos, acordándose de tus pasados elogios al barbudo te sabotearon aquella presentación en Miami. En aquel momento hasta te defendí, pero ahora entiendo cuánta razón tenían los exiliados. “La cabra tira al monte”, decía mi abuela, y hoy de nuevo estás ligado a una causa cayuca y perdida de antemano: salir en defensa de 5 espías que trabajaban para la dictadura más antigua (y ridícula) del planeta. La misma dictadura que mantuvo secuestrados a mi hijo y su madre por casi una década y tú no dijiste ni pío.

Ya veo que en el concierto de solidaridad con “The Cuban 5” —que es como llaman a esta banda de facinerosos— has involucrado a Víctor Víctor, a Danny Glover y a dos hijos de Chucho Valdés. El dominicano y tu tocayo gringo ya sabemos de la pata que cojean (¡la zurda!), pero me costaba creer que los Valdés hubieran heredado la musicalidad del abuelo junto con los errores del padre, pero afortunadamente, según ellos mismos, ya han cancelado su participación en la bufonada del día 13 de Septiembre en Hostos Community College. Lo mismo con Dave Valentín, quien me extrañaba fuera a poner en peligro su vieja relación con tantos cubanos exiliados por ponerse del lado de delincuentes que no dan más que pérdidas.

La verdad es que desde que Guillermo Álvarez Guedes produjera tu primer disco, has estado siempre ligado a los cubanos, así que si de veras deseas unirte a la causa de los prisioneros políticos, por qué mejor no te solidarizas con los 75 periodistas independientes condenados en Cuba a larguísimas e injustificadas penas por “propaganda enemiga”, las golpizas a Marta Beatriz Roque por su militancia en la organización de Derechos Humanos, la desproporcionada condena del médico negro Oscar Elias Biscet, por el solo hecho de disentir públicamente, o el reciente encarcelamiento del rockero Gorki Águila, acusado de “peligrosidad pre-delictiva”, ¡qué clase de disparate! Solo por protestar, Danny. Lo mismo que has hecho tú, Víctor Víctor y demás “turistas de revoluciones ajenas” toda su vida: protestar. Pero desde una diminuta celda, oscura y apestosa, en lugar del mullido asiento de una limusina o desde el escenario del Carnegie Hall o Bellas Artes.

Yo entiendo que es duro renunciar a tus vacaciones gratis en Varadero y darle la espalda a la horda de marxistas de cafetín que han engrosado tu cuenta bancaria (no exactamente en pesos cubanos) durante tantos años, pero aunque sea te queda la opción de callarte la boca y no meterte en lo que no te importa. Calla, si lo que tienes que decir no es mejor que el silencio, decían los antiguos árabes. Calla y canta, Danny, que tu trabajo es cantar, y ganarte el pan, con más o menos sudor… pero al menos respeta el sudor, las lágrimas y la sangre de los que sufren bajo la bota de quienes inconsciente e inexplicablemente, tú aún insistes en defender desde lejos.

Paquito D’Rivera
Agosto 26-2008

Kelvis responde a Ernesto sobre Gorki

Ernesto que no conozco
de nada, ¿no has entendido?
Mi correo has invadido
sin presentarte. (Soy hosco).
A Gorki sí lo conozco
e indagaré por su caso.
No me des ningún timbrazo.
¿Te quedan claras las cosas?
Acércate y si me rozas…
¡se armará el Maleconazo!
***

Y dice César Reynel Aguilera:

¡Desde afuera no se vale!
gritan los buenos castristas
pensando en Villa Marista
para tocar más timbales.

Niet tovarich, les decimos
los del exilio cobarde
sin percusiones ni alardes
y pensando en nuestros hijos.

Las gónadas son sagradas,
no se tocan, compañeros,
que a Cuba repoblaremos
al final de la jornada.

miércoles, agosto 27, 2008

La (ciencia) ficción, la realidad

En Minority Report —una de sus películas más susceptibles al olvido—, Steven Spielberg intentó seducir al público con una pregunta horripilante: «¿Qué harías si eres acusado de un crimen que no has cometido… todavía?». (El énfasis es mío).

Minority Report acontece en el año 2054, en Washington D.C., ciudad que vive un futuro predecible —con carros voladores y tecnología alucinante— donde los presuntos malhechores son atrapados antes de que puedan llevar a cabo los crímenes que se les imputarán. Basado en lo ilusorio, ridículo e improbable de la trama, la película fue clasificada como ciencia ficción y pasó por las taquillas de Estados Unidos sin muchas penas ni glorias.

En la Cuba de hoy, isla que vive un presente inconcebible —con carros que se echan a la mar y tecnología mesozoica—, Gorki Águila, compositor, músico y director de la banda Porno Para Ricardo, ha sido arrestado y espera en un calabozo de una estación de policía de La Habana el momento de pasar a disposición de los tribunales y ser enjuiciado por “peligrosidad pre-delictiva”, delito que conlleva una posible condena que oscila entre uno y cuatro años de prisión.

Incrédulos lectores: no tienen que releer el párrafo anterior. Repito su esencia: en breve, Gorki Águila se enfrentará a la justicia revolucionaria, acusado de crímenes que cometerá en el futuro.

Spielberg no ha inventado nada.

martes, agosto 26, 2008

La Reina de la Noche

Isis Wirth —también conocida como La Reina de la Noche— pronto llegará a Miami a presentar su libro Después de Giselle (Aduana Vieja, 2008).

El programa de las presentaciones es el siguiente:

-29 de agosto, 7:00 p.m., en la apertura del Festival Internacional de Ballet de Miami, Teatro Tower (1508 SW 8th ST, Miami 33135, teléfono: 305 643 8706), junto a Pedro Pablo Peña, director del Festival. (También presentará el documental “Dance of the Heart”, sobre el coreógrafo cubano Alberto Alonso).

-30 de agosto, 1:30 p.m., firma de libros en la Librería Universal (3090 SW 8th ST, Miami 33135, teléfono: 305 642 7878).

-31 de agosto, 4:00 p.m., Books and Books, Coral Gables (265 Aragon Avenue, Coral Gables, FL 33134, teléfono: 305 442 4408).

-2 de septiembre, 8:30 p.m., Movimiento Democracia (4545 NW 7th ST, Suite 14, Miami 33126).

Estará acompañada por el escritor cubano Santiago Martín.


¡No se la pierdan!

A El Imparcial Digital, en su primer año

Don Eufrates del Valle, caballero
de identidad parcial y enmascarada,
no le pierde ni el pie ni la pisada
a su San Nicolás del Peladero.

El tiempo que ha vivido entre los gringos
no cura su cubano desenfado:
cuando anda en SoHo, piensa en el Vedado;
desfila por La Habana los domingos

con las Damas de Blanco, ¡qué detalle!
No brinda tregua al régimen sangriento,
ni hay día feriado en su calendario.

Don Eufrates, que me hablas de mi calle,
y no das margen al aburrimiento,
hoy celebro, feliz, tu aniversario.
___
Caricatura: Alfredo Pong.

lunes, agosto 25, 2008

Pátina, escorzo, cincel

Una pátina que vuelve,
un deseo que palpita,
un cincel que resucita,
un escorzo que resuelve,
una túnica que absuelve,
un vestido que enmaraña...
Teje el bronce su patraña
y escultores y modelos
con sus dichas y sus duelos
dan vida al arte... que engaña.
___
Foto y
pie forzado: Jorge salcedo.

Castro I divaga sobre los resultados de los boxeadores cubanos en Beijing 2008.

Los nuestros sí combatieron
con dignidad, valentía.
Se batieron con porfía
y sin embargo perdieron.
Si piensan que nos jodieron
los árbitros y los jueces,
lo repetimos mil veces:
El embargo… ¿qué decía?
Ah, dignidad, valentía.
¡Lo repetimos mil veces!

domingo, agosto 24, 2008

El arte (marcial) de meter la pata

No podían concluir las Olimpiadas de Beijing 2008 sin que un miembro de la delegación deportiva cubana que participó en dichos Juegos actuara de manera consecuente con los principios que le inculcaran en su tierra natal.

El atleta en cuestión, Ángel Valodia Matos —cuyo nombre debería omitir, por dos motivos: 1) su actitud es sistémica; y 2) se ganó un merecido palco en el olvido—, competía contra el kazajo Arman Chilmanov por la presea de bronce en Taekwondo cuando —ante una decisión del referí que le era adversa— manifestó su desacuerdo con la única elocuencia que le es dada: asestándole una patada en la cabeza a Chakir Chelbat, el tercer hombre en el tatami.

Digo que el acto es sistémico por un simple motivo: esto es lo que pasa cuando a un arte marcial se le extirpa su filosofía de vida y se le transforma primero en deporte de contacto y luego, ay, en arma de lucha de la revolución.

Después del latigazo a la cara del referí, Matos quedó descalificado de por vida de participar en competencias organizadas por el órgano rector de este deporte, obedeciendo aquella ley básica del sentido común que establece que bajo ninguna excusa se puede patear al árbitro en la cabeza o parte alguna del cuerpo.

Al ver la imagen de la maguachi a la cara del estupefacto Chelbat, vaticiné que el equipo cubano no condenaría al pateador… y, en efecto, luego de la literal metida de pata, el entrenador de Matos —quien también recibió una prohibición de por vida en el deporte— no perdió tiempo en ofrecer disculpas porque su discípulo deshiciera con los pies lo que con los pies había hecho; todo lo contrario: se apuró en acusar al equipo kasajo de querer comprar la pelea. (He aquí una técnica manida del castrismo: la distracción. ¿Qué tiene que ver el ventilador con el asfalto? Incluso en el supuesto caso de que el equipo adversario hubiese ofrecido recompensa al caribeño por perder el combate, el árbitro es un ente aparte y queda exento del posible soborno. No sería él el merecedor de la patada redentora).

Si en días venideros la delegación cubana repudia la actitud de su atleta, esto constituirá un acto de vulgar hipocresía —a los que no es inmune el régimen—, ya que, en fin de cuentas, el taekwondoka hizo lo que es práctica común en la isla. Lo que vio el público de Beijing 2008 es, según los preceptos revolucionarios, un ejemplo de cómo se desarrolla un diálogo ideal: alguien desaprueba tus acciones: pégale una patada en la cabeza. Matos es el prototipo de aquello que César Reynel Aguilera en alguna parte llamara un “valiente con ventaja”. ¿Qué se hace ante un juez indefenso (que, por demás, no espera agresiones)? Aplicar fuerza bruta.

La hipérbole de Matos, no cabe duda, es la propia revolución cubana.

___
Foto: AP.

sábado, agosto 23, 2008

Oda a la Jefa de Vigilancia de la Federación de Mujeres Cubanas

No te pintes de pepilla,
federada, porque tú eres
entre todas las mujeres
la súper guaricandilla.
Delatar te da cosquilla,
elucubrar te fascina
y te motiva la inquina…
pero en la Cuba futura
te pasarán s
u factura
la conciencia… y tu vecina.
***
Y dice Salcedo:

—Fefa, ¡mira tú a ete niño
la cosa que te ha ecribido!
Hale una carta al Partido
y repórtalo, cariño.
—No, mi vida, yo me giño
en eso. Pa’ qué cagarlo
ahora. A verificarlo
vendrán pronto y ¡ni permiso
ni visa le garantizo!
—Yo me voy pa’ Montecarlo.
***
Y dice
Yoana:

Solavaya con la Fefa,
chivatona y meretriz,
que se suene la nariz
¡pronto ya no será jefa!

viernes, agosto 22, 2008

Dayron Robles, medalla de oro (Beijing 2008)

Le dedica al Comandante
sus carreras y medallas
en los ciento diez con vallas.
(Jalar leva es importante).
Y a su terruño distante
que baña la misma luna:
a Guantánamo, su cuna,
y a su madre —que malvive
en la jaula del Caribe—
le regala su fortuna.
***
Dayron Robles llega a Miami

Le dedico esta victoria
al noble pueblo exiliado,
que ha luchado de este lado
y conserva la memoria.
También a Cristo, a la escoria,
quiero decir, a los presos,
y a los disidentes esos
que hablan de democracia.
Fidel es una desgracia.
Raúl, un quebranta-huesos.
***

Y dice Tirofijo:
Especulaciones

Deja al negrito tranquilo
que lo vas a desgraciar.
Ya lo quieren postular
presidente y ahora, al hilo,
tu dices que cogió un filo
y sin esperar ni un rato
echo a correr. Sería grato
verle a Miami llegar.
Si tú sigues va a parar
en la Cárcel de Boniato.

jueves, agosto 21, 2008

De cisnes y otros seres entrañables

El cisne que se pasea
en el lago —tan campante—
tiene
otro cisne delante
que por sus predios campea.
Hace del mundo su aldea,
napoleónica y divina.
«¿Es guerrera o bailarina?»,
preguntará el iniciado.
Las dos cosas: un dechado
de buen gusto. Piedra fina.

El Comandante amonesta a las “morenas del Caribe”

No las quiero de terceras;
mejor quédense en La China.
¿No les dio la gasolina?
¿Qué pasó a las delanteras?
Las pondré de jineteras
a currar por el Vedado,
y me tiene sin cuidado
si con bronce, en vez de oro
(que es el único tesoro)
regresan a mi condado.

110 metros con obstáculos

Ahora que el velocista
(más veloz que la gacela)
dejó a todos en su estela,
dio tubo y raya en la pista,
con sadismo de dentista
en la China se reprime
—La Habana también oprime—
a todo aquel que disiente.
¡Dayron para Presidente!
(No hay otra cosa que rime).

Los hermanos Castro debaten sobre el futuro del Órgano Oficial del Comité Central del Partido Comunista de Cuba

—Con el papel de Alabama
aquí imprimimos el Granma,
con rayos omega y gamma
y rezando porque Obama
o McCain o la mucama
de turno en la Casa Blanca
cultive una rosa... —¡Tranca!
No importa si es negro o viejo,
que siga nuestro consejo:
¡Sin bloqueo y zona franca!
***
Y dice Tirofijo:

Eso, poeta, de “tranca”,
me recuerda “el gran garrote”.
Sea de paso o de trote
quien llegue a la casa blanca,
hay sin duda, en forma franca,
y sin ninguna porfía,
que exigirle, antes del día
de la elección, que nos dé
una razón de por qué
no quita la tiranía.
***
Y dice CRA:

Papel clorado

La celulosa de caña
no aguanta tanta mentira.
Hace falta buena tira
de papel con su maraña
para imprimir tanta saña
de escribanos mal pagados.
Periodistas de carreta
que viven chupando teta
de un viejo culicagado.

miércoles, agosto 20, 2008

Comunicado del equipo cubano de béisbol al Pelotero en Jefe, luego de la derrota ante Corea (en Beijing 2008)

Con paciencia y con saliva,
con la pelota y el bate,
evitando el disparate,
con la frente bien altiva,
como gato boca arriba
que defiende su linaje,
lavaremos el ultraje,
(¡que nos devuelvan la gloria!):
donde hay
revés, hay victoria
y ese será el homenaje.

martes, agosto 19, 2008

Padre, aparta de mí este cáliz

Transcribo el prólogo de Salidas de emergencia. (Aquí pueden leer algunos comentarios y reseñas; aquí, una entrevista breve; aquí, una más extensa; aquí, la odisea editorial de la novela; y aquí, las primeras quince páginas de mi escalera de incendios).
***
Padre, aparta de mí este cáliz

La solución perfecta sería entrar al cuarto de su padre, echarle mano a la pistola y volarse la cabeza; aunque así estropearía la tradición de muerte natural en la familia y las alfombras persas que Enrique Martin, alias Pipo, había comprado en España en 1983 y que atesoraban colillas de cigarro, manchas de café, esperma de vela casera, pedazos de uñas mal cortadas y muy pocos recuerdos adolescentes.

Enrique Martin había regresado de Europa con suficiente dinero para invertir en el confort de su hogar: en menos de dos meses saneó las filtraciones de los techos, repuso todos los equipos electrodomésticos y se aventuró en una reparación del carro —que incluía bajar y revisar el motor, sustituir los aros de los cilindros, balancear las gomas, calibrar las válvulas, afinar el acelerador y el clotch, corregir la dirección, los frenos, el sistema hidráulico y el eléctrico, ajustar las cuatro dichosas puertas y agregar en los gastos chapistería general, pintura y mano de obra—. Trece años en la penumbra de un garaje habían acabado con la lata y todo el mecanismo.

Entre las nuevas inversiones, el precio debió andar por encima de los veinte mil pesos cubanos. David no sabía la cifra exacta, pero no precisaba respuestas: la discreción exigida por su padre se correspondía con una necesaria mesada de veinticinco dólares.

Las lluvias de mayo habían caído pesadamente sobre el asfalto de La Habana y David Martin, que tenía la sensación de haberse quedado a la intemperie, no encontró otro remedio que tomar las cosas a la tremenda. Cuando algo le pesaba en la conciencia, se consolaba pensando que, como último recurso, siempre podría aprovechar el arma de fuego de su padre.

Así que, después de todo, Enrique Martin, alias Pipo, lo ayudaría a terminar con sus miserias.

lunes, agosto 18, 2008

La muerte de Castro referida por varios escritores cubanos, años después — o antes (VI)

Atletas en la tercera dimensión habanera

Ayer me senté a escribir un poco tarde, mi cuerpo chorreaba agua, sal, ganas de seguir dándole duro a la vida.

Me bañaron mis ayudantes porque soy medio exhibicionista y porque me gusta mantenerlos en jaque todo el día. El agua del tanque estaba tibia y la familia se daba sillón frente a la pantalla mientras esperaban, esperaban, esperaban, dizque “las Olimpiadas, brother, las Olimpiadas”.

Comí a gusto en la terraza, el mirador me ofrecía una maravillosa obra de Tomás Sánchez en penumbra (nunca lo he confesado en público, pero siempre me fascinaron
sus basureros); ésta es mi tierra al natural, completamente apagada, sin maquillajes ni fuegos artificiales.

De momento, llegó la luz, había una rotura simple en toda La Habana profunda.

Sonido: Suspiro colectivo, alivio al término del apagón general.

Corriendo fui a la televisión y encendí “mi aparatico secreto”.

En pantalla, las cámaras mostraban el estadio y los atletas, mis atletas, que competían en Beijing, tu Beijing.

Felipito me recordó aquellas cosas que hicimos para ponerlos en las competencias, parecía que los cubanos desde aquí les dictábamos o soplábamos al oído lo que sentíamos entonces. Pero es que ellos y nosotros estamos aquí y allá. Tremenda “bilocalidad”.

Eran los ochenta y nos enamoramos de competir, de ganar más medallas que los países del primer mundo, de nuestros atletas (los que regresaban) y de sus inolvidables declaraciones.

Se escuchó un murmullo general y cuando iban a comenzar los 110 metros con vallas se fue la luz, otra vez. El barrio se quejó, se desinfló al unísono.

Volví a la terraza, descalzo y en ropa interior, total, en esta senectud y en esta soledad de mi vida habanera, quién me puede adivinar, hay que ser autoreferente delirante para pensar que te espían en esta situación.

Los muchachos de mi escolta marchaban de un lado a otro del perímetro, qué casualidad. No hay que pensar mal, ellos no han sido penetrados ideológicamente.

¿Qué me quieren decir? ¿Qué significa eso de que mi escolta marche arriba y abajo, sin orden ni ton ni son, de aquí hasta la acera de enfrente?

Recordé las veces que Aldana intentó explicarme lo que era: la tercera dimensión, pero me negaba a entenderlo. Qué testarudo he sido. Ya lo entendí todo, me iluminé, canté a gritos: “La técnica es la técnica, porque sin técnica no hay técnica”, inflé los carrillos, me babeé un poco y luego me quedé rendido en el suelo de la terraza. Mirando al cielo rojizo pensé en las personas que se fueron para no tener que hacer infinidad de trucos para ver las transmisiones de los mundiales de fútbol; días y días instalando antenas que luego yo con un chasquido de mis magnos dedos confiscaría. ¿No quedaba nadie de ellos aquí? Quiero llamarlos para decirles que… ah sí, la llamo al Sevillano, no; Dashiell está de viaje, dando vistas de “su interior”.

Decidí dormirme, que picazón, que calor más rico hace en las sombras de este anochecer en el trópico. Los muchachos de la escolta practicaron la marcha hasta que se cansaron y en la madrugada me fui a la cama convencido de que ellos y mis atletas dicen la verdad: mi vida ha llegado a su fin, pero el deporte es inmortal.

***
Guiño al lector: “La muerte de Castro referida por varios escritores cubanos, años después — o antes” está basada en “La muerte de Trotsky referida por varios escritores cubanos, años después ― o antes”, del libro Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante. Los textos citados y/o parafraseados en “La muerte de Castro…” han sido usados sin permiso previo de sus autores.
El de hoy, pertenece a:

Torres, Campanilla. “Fito Páez en tercera dimensión habanera”. El Nuevo Herald. 16 de agosto de 2008.

sábado, agosto 16, 2008

Todo el mundo juega en el Circo Beat

Abril puede ser el mes más cruel, pero agosto es sin duda el más entretenido. Dan fe de ello las Olimpiadas de Beijing —que son eso, distracción— o la circunstancia de que, a este lado del Estrecho de la Florida, Fito Páez estrene álbum y postura ideológica respecto a Cuba. Ayer —dos días después del cumpleaños aciago—, a su paso por Miami, el cantautor argentino declaró que [su anterior entusiasmo y apoyo al régimen de la isla se debía a que] había llegado «a La Habana muy joven y con una extrema ingenuidad». En dicho texto, enfatizó que no es politólogo —gracias, Fito— y que prefiere no ser tendencioso a la hora de señalar buenos o malos, pues lo «que hay son muertos en el mar, familias rotas e historias quebradas». Esto último no dista mucho de la letra de su canción “Habana”, que incluyera en el disco Abre, hace ya casi una década. Por entonces decía: «Oh, la locura de los que se perdieron en el mar, / las vidas rotas por la sangre aquí y allá (…)» y, acto seguido —justo cuando uno se empezaba a emocionar—, soltaba: «No necesito de nada hoy, /sólo embriagarme en tu ron / y así perder la razón / y abrazarte una noche más». O sea, que entonces los muertos pesaban, pero no lo suficiente como para posponer una borrachera o admitir en público —como ahora hace— que el sistema cubano «estaría dentro de una dictadura». Quizá, como apunta Enrisco, entonces no había pasado el tiempo suficiente. (Esto de Fito Páez y su noción del correr del tiempo no deja de ser curioso. En pleno 2008 —a escasos meses de que los hermanos Castro hayan detentado el poder en la isla por medio siglo—, Páez habla de que «nadie puede calentar la silla más de 40 años». Lo que equivale a un tierno parafraseo a Carlos Gardel: que diez años no son nada.

En diciembre de 2007, Páez estuvo en La Habana —si mal no recuerdo, para participar en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano—. En ese momento, el músico no hizo alusión a la dictadura anfitriona del evento. El contexto no era quizá el más apropiado. Pero ahora en Miami, la ocasión la pintan calva.

Porque sé ser agradecido, le doy la bienvenida a su cambio de parecer, lo celebro escuchando un par de temas de Circo Beat y, acto seguido, me pregunto cuán lejos estará el momento de que el autor de “Un vestido y un amor” anuncie —en La Habana, no faltaba más— que sus declaraciones en Miami se debieron a que había llegado a esa ciudad ya entrado en años y con una extrema necesidad de vender su obra.
___
Foto: Reuters

viernes, agosto 15, 2008

Misceláneas

Dos amigas (dilectas y asiduas lectoras de este blog) me han enviado (sin saberlo) sendas colaboraciones.

Una me envía un podcast de “actualidad, música y salud” producido en Miami, así como la página web de Jerry Lawson, cantautor y (casi) compatriota, también del área. (Vayan a verlo, compren su música, ¡cooperen con el artista venezolano!). Los amantes de Juanes, Ricardo Arjona y el pop/rock (con su toquecito de Serrat y Sabina) se darán banquete garantizado.

La otra me regala el primer poema que le publicaran a César Vallejo (en “El minero ilustrado”, en Cerro de Pasco, Perú, el 6 de diciembre de 1911) y que transcribo aquí, respetando la ortografía original.
***
Soneto

El día toca a su fin. De la cumbre
de un enorme risco baja el rebaño
pastor garrido, que con pesadumbre
toca en su quena un yaraví de antaño.

El sol que lento cae, con su lumbre
dá un tinte de misterio y de tristeza
a un campo de solemne soledumbre.
La aura pasa suave. La noche empieza.

La choza pastoral está á la orilla
de un río de corriente silenciosa;
Hila en la puerta una india candorosa.

Después los labradores en cuadrilla
rendidos se recogen a la choza.
Dá las seis el reloj de la capilla.

jueves, agosto 14, 2008

Guateque ecuestre (lo que cuestre)

Inspirados en un motivo equino, Jorge Salcedo, Heriberto Hernández y yo estamos armando un Frankenstein. He aquí el resultado (hasta ahora):

Una vez nos robamos un caballo
que parecía un tren, un chicle, un piojo,
un perro, un acertijo y un despojo
o una yuca pasada por un guayo.

No galopaba al viento como un rayo
y mirándolo bien era un chipojo;
cambiaba de colores a su antojo,
nos sirvió de transporte y pararrayo.

Nos curó de los miedos de la infancia,
nos curó del pasado y del futuro,
pero nada nos dijo del presente,

aunque a juzgar por esa cosa rancia
que se asemeja a ratos al cianuro,
era menos caballo que serpiente.

Mundos paralelos

Ahora que Michael Phelps bate récords a diestra y siniestra y Dara Torres le demuestra al mundo que el agua no entiende de edades, hay que hacer hincapié en la cara oculta de las Olimpiadas de Beijing 2008.

El legado

Ochenta y dos: reflexiona
sobre el mundo y su destino
y pídele a tu intestino
que no te mande a la lona.
No por más seda la mona
se transmuta en otra cosa,
ni por vía intravenosa
se reparan tantos daños.
¿Qué nos dejan estos años?

Tu hedor y tu mala prosa

miércoles, agosto 13, 2008

Canción de cumpleaños

Te aborrecemos, Fidel, cada día,
pues arruinaste nuestra economía
y ensangrentaste nuestra geografía.
No cumplas más.
No cumplas más.
No cumplas más.
¡Eh!
(Aplausos).

martes, agosto 12, 2008

Moneda falsa

De Reuters me llega la noticia: el dueño de una tienda en España descubrió —mientras cuadraba la caja— una moneda de un euro que, en lugar de llevar la efigie del Rey Juan Carlos, muestra la cara del inmarcesible Homer Simpson.

Esta broma me hizo recordar un truco malsano que se estilaba en La Habana de los noventa: a los billetes de uno y cinco dólares se les dibujaba un cero detrás del número original. En el trueque, el papel moneda aumentaba diez veces su denominación. Estos billetes, por lo general, no eran usados en “diplotiendas” ni comercios estatales, pero se podían encontrar con descarada frecuencia en la feria del malecón y otros lugares gestionados por los —“hoy eres legal, mañana veremos”— vendedores por cuenta propia.

Inmerso en la paranoia monetaria de aquellos días, ideé una fórmula para detectar billetes cubanos falsos. Tomo por ejemplo el de diez pesos, con el inescrutable rostro de Máximo Gómez.

He aquí dos maneras de descifrar su autenticidad:
1
- Doble el billete en dos, luego, en cuatro; luego, si el papel lo permite, en ocho.
- Golpee el billete contra una mesa.
- Abra el billete.
- Si en el anverso los espejuelos del Generalísimo están intactos, el billete vale.
- Si en el reverso la Plaza de la Revolución está desierta, el billete vale.

2
- Tome el billete en su mano derecha, mientras mantiene ésta en el bolsillo de su pantalón.
- Entre a una tienda de recuperación de divisas, vulgo diplotienda o “shopping”.
- Compre un artículo cualquiera, siempre y cuando su valor no alcance los dos dígitos.
- Diríjase a la caja.
- Entréguele el billete a la persona al otro lado del mostrador.
- Si dicha persona no sufre un incontrolable ataque de risa, el billete vale.

lunes, agosto 11, 2008

Furia olímpica

Las esperanzas, en los saltadores.
La
negación de visa, a la italiana
y a quien quiera escaparse de La Habana,
unos grilletes y unos asesores

que les recordarán cada minuto
que en el equipo revolucionario
el sacrificio es bueno y es diario
y el desertor, peor que el escorbuto.

En busca de medallas, a La China,
va la delegación de los rehenes.
¡A conquistar la gloria del deporte!

Con sus preseas de oro (y calamina)
comprarán leche en polvo, trigo, trenes…

¡y aliviarán el hambre y el transporte!

domingo, agosto 10, 2008

Con espíritu deportivo

Ese terror olímpico que inspiras
en el lado interior de tu muralla
no me deja sentarme a la pantalla
a seguir el torneo (y tus mentiras).

¿A quién le importa un oro en el clavado,
el vuelo recto de una jabalina,
o el corredor de fondo que culmina
su infinito trayecto desmayado?

Oh, gran imperio donde el sol renace,
toda la gloria que hay en la Olimpiada
no justifica un ciberdisidente

ni un ciudadano de segunda clase
ni el Tíbet, ni la plaza masacrada,
ni el silencio ominoso de Occidente.

sábado, agosto 09, 2008

Zapatero a su zapato

(a Eufrates del Valle e Isis Wirth, que saben hablar de La Cosa sin caer en el monotema)

Hace un par de meses, mientras caminaba las calles de Toronto, mis pasos y el azar me llevaron al Museo del Calzado. Lo que prometía ser una visita monótona —«¿qué tanto se puede decir de un zapato?», me preguntaba antes de entrar— resultó un fascinante paseo por la historia de este terrenal e imprescindible artefacto. La sorpresa y la premura no me impidieron tomar fotos y apuntes. Acá los comparto, en el orden caótico en que figuran en mi libreta de notas...
***
El primer calzado del que se tiene noticia perteneció al hombre de Ötzi. El zapato —hecho de una combinación de pieles (de oso y ciervo)— libraba al portador de ampollas y lo protegía en medio de temperaturas de entre -5 y -10 grados centígrados.

***
Los egipcios acostumbraban a enterrar a sus muertos con zapatos, para que no anduvieran descalzos en el má
s allá. En las suelas de los zapatos de los faraones y miembros más prominentes de la sociedad pueden hallarse representaciones de esclavos y enemigos. El significado de dichas inscripciones es literal: no sacarles el pie de encima; mantenerlos bajo sus zapatos.

***
La “caliga” era un tipo de sandalia usada por los soldados y oficiales del ejército romano. El emperador
Cayo Julio César Augusto Germánico las llevaba de niño. Este señor pasaría a la historia con su más renombrado apodo: Calígula, que significa “botas pequeñas”.


***
Las primeras evidencias del uso del calzado en el hemisferio occidental provienen de la
cultura anasazi (procedente de los territorios que ahora ocupan Utah, Colorado, Arizona y Nuevo México). El material que usaban para cubrirse los pies: fibra de la hoja de yuca.

***
La
cultura asante llegó al poder a principios del siglo XXVIII y durante doscientos años dominó el comercio de oro (que encontraba en minas de su territorio). Dicta la tradición asante que los pies del líder no han de tocar el suelo. A tal fin, éste se hace acompañar de varios “porta-sandalias”. Las suyas —como muestra la foto— van adornadas en oro.

***
En China se estimaba que el tamaño ideal en el pie de una mujer era “san zu” (7.62cm). Los pies que alcanzaban ese tamaño eran denominados “sin lian”: lotos dorados.

***
En 1463, el Rey Edward IV de Inglaterra proclamó un edicto que limitaba el largo de la punta del calzado: éste debía corresponderse con el estatus social y los bienes del portador.

***
Durante el reinado de Henry VIII, se pasó de los zapatos puntiagudos a los de punta ancha. La figura del monarca —quien gustaba de la buena comida— marcó la pauta en el cambio de moda.


***
En la cultura judía ortodoxa, si una mujer enviuda sin haber tenido hijos, su cuñado está obligado a casarse con ella y reproducirse. Si el pariente opta por evadir el matrimonio, se realiza la ceremonia “halizah” en la que la viuda quita los cordones y luego el zapato a su cuñado, librándolo así del compromiso. En el acto, también ella queda libre de casarse con quien desee. Esta tradición fue abandonada desde tiempos inmemoriales, aunque todavía subsiste en algunas comunidades ortodoxas.
En el judaísmo hay una plegaria que se dice en el momento de ponerse los zapatos. Y, por otra parte, cuando muere un ser querido, durante el periodo de luto (“shiva”), los familiares no usan zapatos, lo que es símbolo de pobreza e indica que son pobres sin su presencia.

***
En el hinduismo, la figura del pez por lo general está relacionada a Vishnú. De lo que se desprende que estas sandalias (“paduka”) pudieron haber tenido significación religiosa.

En la India, el calzado refleja(ba) el estatus del portador. Estos ejemplos de “calzado aristocrático” todavía se estilan en bodas y ocasiones especiales.

***
Los monjes budistas usan calzado que refleja la cultura de donde provienen. Las botas blancas con la cinta amarilla pertenecieron a Shi Suxi, abad del templo de Shaolín. (Le fueron entregadas en su cumpleaños 68. Shi Suxi fue el abad número 30 del templo). Este tipo de zapatos era reservado para ocasiones especiales. Para el día a día, usaban calzado gris o negro. La cinta quizá era una referencia al color azafrán de su vestimenta.

***
Las suelas de estos zapatos dejan huellas a la inversa (o sea, que si uno camina al norte, indican que uno ha caminado al sur). Dichos zapatos eran usados por contrabandistas holandeses poco después de la Segunda Guerra Mundial para traficar bienes racionados a través de la frontera con Bélgica.

***
Ya a un par de cuadras del museo, cuando me creía libre del asedio de la peletería universal, el Dios del Calzado me volvió a sonreír. En una reja cualquiera, y sin la menor explicación, dormitaba, a sus anchas, un zapato.

viernes, agosto 08, 2008

El orden de los factores

No es lo mismo sacarle partido a las fotos que sacarle fotos al partido.

Pornogración

¿Qué es la revolución? Pornografía
simulacro, rutina, desperdicio,
vértigo, mareo, precipicio,
estos años de oprobio y bobería.*

¿Quién quiere
distracción más pasajera?
La ex novia del hijo del Comandante,
con una mano atrás y la otra alante,
sale a explorar su
vocación de hetera.

Mientras la ex nuera por su gusto cobra
y la atención en su pelvis se posa
y el novio desdeñado se masturba,

Castro se congratula: ¡Qué maniobra!
No ha cambiado el estado de La Cosa…
pero ¡qué erotizada está la turba!

____
* Carlos Alberto
Montaner atribuye la frase a Borges.

Nota (in)necesaria
Estimado lector: como siempre, puedes visitar los enlaces con confianza. Son
—respectivamente— a un texto mío en Letras Libres —perdona la auto-cita; en el mismo, desgrano mi teoría de la distracción—, a un post en Penúltimos días y a un artículo de Carlos Alberto Montaner.

jueves, agosto 07, 2008

Carne de identidad

La carne de jutía, a veintisiete.
La carne de caballo, casi a treinta.
(Las carnes de mi prima están en venta
y El Morro y La Cabaña y El Templete…).

La carne de cañón, a la trinchera:
a Nicaragua, Angola, Etiopía…
La mala carne, a la carnicería.
La carne de tiñosa, a quien la quiera.

La carne de primera, al Comandante.
La carne de segunda, a sus secuaces.
La carne de tercera, a los cuarteles.

La carne es débil, cara y agobiante
y hace de los esclavos, capataces.
La carne de René, a los anaqueles.

____
Título: Masa cárnica
Técnica: Carne cruda sobre fuente
Año: 2000

miércoles, agosto 06, 2008

Bronquita en el Patricio Central Yacht


Transcribo un fragmento de R.U.Y., de César Reynel Aguilera.

***

Empieza la bronca; si quieres un detalle bonito te puedo decir que el sol caía sobre el mar con un tono de sangre mezclada con polvo de oro. Sólo se escuchaba el sonido del agua lamiendo las ciguas de la playa, ni un alma por los alrededores. Te juro que fue así, no estoy inventando nada, si quieres le pongo un poco de imaginación, una brisita y el susurro lejano de los cocoteros, pero hasta ahora he sido fiel a la verdad.

Hay muchas cosas que podría decirte sobre ese primer trastazo que me regaló el Moro. Podría abundar sobre la relación que hay entre ciertos hábitos cosméticos y el abuso; estoy pensando en las uñas de las manos y los pelos de la cabeza, casi todos los abusadores que he conocido se cuidan con esmero esos anejos, aunque lleven gorra. Podría hablar del sentido de la distancia, del error que cometí al discutir con un energúmeno al alcance de sus garras; regla de oro: con esos enemigos se debe tratar más allá de la longitud de sus brazos, de sus piernas o de las armas de sus secuaces. En fin, lo mejor es no lidiar con gente así. Podría irme, también, por la tangente del bofetón. ¿Por qué no me dio con el puño? La respuesta es muy simple: El sueño del ganado es marcar. Fíjate que tenemos un montón de palabras para describir esa acción que intenta dejar su huella en la piel de los rostros ajenos. Así al vuelo te digo: galleta, galletaza, gilda, galúa, mancuerna, bufa, torta, tortazo, viracuello, piano y avión, si hago un esfuerzo saco unas cuantas más. Conozco la historia de un tipo que ganó su bronca limpiamente, sin lugar a dudas, le dio tremenda pela al contrario y lo puso a dormir. Sin embargo, mira tú, el único golpe que recibió fue un bofetón, y nada fuerte, que conste, pero era un tipo de piel muy blanca. El caso es que terminó su bronca y tenía cinco dedos dibujados en la mejilla. Suficiente para que haya tenido que cargar con esa cruz por el resto de su vida. Le dicen “guante en cara”, “quince dedos”, “rupestre”, “superhuella”, “dedos macabros” y otros etcéteras, la gente es cruel, Bro, la gente es cruel y le gusta marcar.

Yo tuve suerte, el bofetón que me dio el Moro fue con los dedos pegados, la única marca que me dejó fue un morado en el maxilar inferior, esta zona de la cara que está aquí. Tremenda galúa, me levantó en peso y aterricé en casa de las quimbambas; caí contra el muro del Club con un mareo de tres pares, cuando fui a incorporarme sentí mi mano izquierda sobre una de esas piedras que llamamos chinas pelonas. Un objeto que merece cierto detenimiento. Son esos cantos que han rodado por el fondo del mar desde tiempos inmemoriales, han resistido miles de golpes; la arena los ha pulido hasta que brillan con un destello aceitoso; un buen día logran llegar intactos hasta la playa, a pesar de los muros de concreto y la furia del último norte. Se puede decir que son la esencia de la dureza probada bajo múltiples circunstancias. Eso fue lo que los dioses pusieron bajo mi mano izquierda y, ya sabes, soy zurdo.

Me levanté en cámara lenta y le lancé la china pelona a uno de los tres Moros que estaba viendo; quizás por eso no abrí los dedos y me quedé con la piedra en la mano. El socio se agachó pensando que la dejaba pasar por encima de su cabeza y, sin detenerse, me embistió como un toro, los brazos estirados para agarrarme por la camisa. Extraña tauromaquia, Bro, agarré el pelo del Moro como si fuera el tarro de la bestia, el tipo empujando para arriba de mí y yo reculando, con cada paso le machaqué la frente hasta que la piedra se hizo arena entre mis dedos. Entonces empezó la pelea.

Más de cuarenta minutos prendidos, el Moro intentando partirme la columna con un invento japonés, y yo dándole en el arco superciliar derecho cada vez que podía. Ganando tiempo para que el sangramiento hiciera su trabajo. Ese es el problema de las artes marciales, están hechas a partir de una filosofía, tienen un código de honor, se combate con reglas que a nadie se le ocurre violar, y pobrecito del que lo haga, le espera el harakiri, bueno, si es verdad lo que dicen las películas. ¿Te das cuenta de la contradicción? El tipo me chocó la cara sin avisar y después quiso pelear según las reglas de su arte. Se fundió, metió para corto circuito, y le puse un par de cables que en cualquier competencia oficial me habrían costado la descalificación inmediata. Los cables son una forma intuitiva de anular la distancia, se trata de estirar los brazos lo más que se pueda, la idea es evitar que el contrario entre en la zona de combate, es como el agarre en el boxeo, pero al revés, impedir el espacio óptimo para la ejecución. Esa es la cosa, en el combate callejero no hay reglas, solo trampas. El socio quiso jalarme por la camisa y lo dejé con la prenda en la mano, me le escapé con el torso desnudo, agárrame si puedes. Se desesperó, le di un brazo, lo atrabancó y quiso entrarme con un Uchi Mata, pero volví a resbalarme entre sus dedos y le solté un coscorrón en la furnia sangrante que tenía encima de la ceja derecha. En su desesperación empezó a tirar zarpazos, lo dejé que me agarrara por el cinturón del Jean, tiré un pasito para atrás y le encajé unos cuantos ganchos en la herida, la sangre corría tibia y rutilante. El miedo se fue a bolina, la cosa se estaba poniendo buena, me di cuenta que las fuerzas se equilibraban, ya no era el Moro fuertote que podía cargarme en peso, ya no me llevaba seis años de ventaja, le entró flojera y caímos en la misma división. El tipo empujó y me eché hacia atrás; un, dos, tres, cha-cha-cha, y me puse a hablarle como si fuera mi pareja de baile, cositas dulces al oído, Morito, ahora que estamos solos, todo lo que tengo es tuyo, se desconcertó, eso iba en contra del código samurai. Moro, la noche se hizo para... pelear, se ofuscó y volvió a hacer movimientos innecesarios, gastaba aire y soltaba sangre a borbotones, le recordé que nadie iba a venir a separarnos, la cosa era hasta que uno de los dos cayera, una ola de miedo le corrió por el cuerpo, quiso acorralarme contra una pared y tanto empujó que me dio una idea. Enfilé hacia la baranda, ofreciendo resistencia, pero en dirección a la baranda, cuando estuve cerca cedí al empuje y me eché a un lado, el socio se fue de boca contra el tubo y casi se cae solito al agua, lo agarré por una trabilla y por los bajos del pantalón, pero antes de darle el último empujoncito cometí un error, le hablé del mar, lo invité a jugar con los pececitos de colores. Yo no sé de dónde sacó tanta fuerza, pero se dio una revirada asombrosa. El tipo tenía su trauma con el océano. Me pasó por hablantín. Cuando vine a darme cuenta lo tenía parado frente a mí, tirándome unos pescozones que si los llega a soltar desde el principio me habrían matado. Pero llevaban poca fuerza; y así fuimos cayendo, el Moro tirando guantazos y yo parándolos a como fuera. Caímos sin aire, el socio se acordó de su amor exagerado por el Judo y quiso meter para Ne Waza, se puso a ensayar inmovilizaciones, estrangulamientos y cosas de esas, volvió a enloquecer y tuve que repetirle el tratamiento. Agarré un caracol tibio que tenía cerca y se lo clavé en la herida. El grito llevó nuestra localización hasta la caseta del vigilante. La linterna se acercó con mareo. Cuando nos encontraron, el Moro estaba en el piso y yo de pie, me entretenía en patearle la cabeza con cierta dulzura, como hace uno cuando se encuentra una lata vacía en la calle, un toque suave, que ruede un poco, a ver el ruido que hace.

martes, agosto 05, 2008

Réquiem por el 5 de Agosto

Yo no tiré una piedra ni un insulto
cuando el pueblo salió a quemar el cielo
y hermano contra hermano en pleno duelo
daban cuenta de un rencor insepulto.

No formé parte de la barricada
que clamó libertad de cuerpo y mente…
(¿Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue La Habana ensangrentada?).

El miedo, tan endémico a la tierra
que vio nacer a esbirros ilustrados,
me hizo quedarme en casa, cabizbajo,

perdiéndome esta despiadada guerra
de un contingente de obreros armados
contra los desvalidos, los de abajo.
____
La libertad guiando al pueblo (1830, Museo del Louvre, París),
del pintor francés Eugène Delacroix.

lunes, agosto 04, 2008

Paisaje sin río

No hace mucho, en su visita a Venezuela, Sean Penn declaró ante las cámaras que le han dado fama y fortuna: «Vine en busca de un gran país y he encontrado un gran país». La sinceridad de Penn me deslumbró: el actor optó por esconderse delante de sus prejuicios. No dijo que había ido a Venezuela a conocer el país. Penn fue, como las gallinas, directo al grano. ¿Quién tiene tiempo para conocer un país extranjero si ya decidió de antemano que es un “gran país”? Pasó por el pueblo, pero no vio las casas.

A propósito de ilusiones ópticas, hace un par de días leí un texto de Wendi Guerra titulado “La Habana y sus rutas interiores”. Por más que le di vueltas no logré reconocer esa ciudad que Guerra describe a manera de guía turística. Me llamó la atención que en el párrafo de cabecera la autora enfatizara que «no es el prisma turístico, no es el lado oficial, pero puedes decir que en sólo unos días tú sí que conociste la capital cubana». Discrepo. Siempre he pensado que La Habana ―esta Habana que describe Guerra y, ya que estamos, el resto de la isla― es una gran pecera colorida y antiséptica, diseñada para que los turistas que van ―como Sean Penn a Venezuela― en busca de un “gran país”, lo encuentren. Al margen de las cámaras desechables y los martinis a la roca quedarán los apagones, la represión, las miserias humanas, las colas del pan, los balcones al borde del colapso, la desidia que se come a la isla hambrienta mientras los neocolonialistas degustan un plato de camarones y admiran el paisaje.

El texto de Guerra contrasta con la carta que me enviara hace una semana Francesca Sammartino ―traductora de mi novela al italiano y hermana mía; no en ese orden―. Con su autorización, la reproduzco abajo, convoyada de unas fotos que tomara en el periplo mi sorella.

***
Hermano:

Aquí estamos. Acabamos de volver crecidos, diferentes, de nuestro viaje a la isla verde. Es difícil describir todo el viaje, y complejo decir lo que vimos y aprendimos, pero en fin, lo intentaré. Llegamos a La Habana por la noche, nadie nos estaba esperando y la primera cosa que me pareció rara fue que fuera del aeropuerto casi no había luces. De hecho, mientras esperábamos la guagua para el hotel, hubo un apagón (el chofer diría con un impresionante sentido del humor, un “alumbrón”, ya que parece ser la norma esa y no al revés). Nos chocó ver la gente que andaba por las calles oscuras a las tantas de la noche, tranquilitos o sentados fuera de las casas esperando no se sabe bien qué. Llegamos al hotel y nos desmayamos del cansancio.

Al día siguiente nos llamó nuestro guía que resultó ser un ambiguo personaje de casi 70 años que trabajaba para Cubatour, prácticamente el único tour operador que existe en la isla. La cosa más bonita fue saber que sólo éramos Luciano y yo los del “grupo”, eso quería decir que teníamos a un chofer y a un guía solo para nosotros.

Aquí va brevemente el tour que hicimos:
12- Llegada a La Habana
13- La Habana, Santa Clara, Trinidad
14- Trinidad
15- Trinidad, Sancti Spiritus, Camagüey
16- Camagüey, Bayamo, Santiago
17- Santiago
18-19- Santiago, La Habana
20- La Habana
21- La Habana, regreso

No sé por qué quisieron enseñarnos como primera ciudad Trinidad que sí que es bonita, muy coloreada y colonial, pero increíblemente pobre. La verdad es que durante toda la estancia no me podía creer que fuera tan pobre. Y lo que más me fastidiaba era pensar que hay un montón de gente (entre los mismos políticos que tenemos aquí) que siempre hablan de Cuba como del paraíso perdido. Y la verdad es que por naturaleza y maravilla de la gente lo es, pero no se puede esconder una pobreza tan descarada cuya motivación parece gritada a voces. Tuvimos miles de experiencias impresionantes para nosotros: ver plantas de café (¡que por lo visto no crece en paquetes de lavazza!), comer mangos desde el mismo árbol, oler el aire que sabía a flores de unos pueblitos de la montaña, ¡ver montañas con palmas! (¿pero la montaña no era aquella cosa con rocas y nieve?), ver cebúes, cocodrilos, iguanas, cangrejos que cruzaban las calles desafiando las ruedas sin piedad de nuestro chofer (uno se coló en nuestra habitación y dormimos con él), océanos de caña de azúcar, mares de personas a los lados de cualquier carretera esperando para que alguien los llevara a algún lugar, un mar preciosísimo salado y cálido, plátanos y bananas de formas y colores nunca vistos, todos los carros de los años 50 ―que no caben ni en un museo de carros de los años 50― apañados con cualquier tipo de ajuste, casas de estilo “estático-milagroso”, puros inverosímiles, niños, niñas, muchachos y hombres de una belleza despampanante de los que te preguntas si en serio no son actores o algo, tormentas tropicales que pensabas que iban a acabar con el ser humano, casas coloreadas que parecían pintadas por niños alegres (verdes, azules, rosas, rojas amarillas, como debería ser pintado el mundo), mariposas y lagartos de colores inquietantes, ridículos cambios de guardia a unos 32 grados centígrados con humedad tropical que derretían los cuerpos majestuosos de hombres en uniforme, tumbas de patriotas de guerras y patriotas del son, casas de la trova de un azul esperanzoso, culos olimpiónicos de negras generosas, ceguera hipócrita de blancos aturdidos, pavos reales, soportales decrépitos, pies hambrientos de zapatos, edificios de un pasado prometedor, amigos de primos hermanos de abuelos del que una vez prestó un bolígrafo a Hemingway para apuntarse la lista de la compra, banderas nacionales del primer tipo y del segundo, carteles de propaganda escritos por niños adultos y niños pequeños, colas para el abastecimiento, eufemismos crueles, controles ridículos de guardias en el aeropuerto, fuera del aeropuerto, cinco veces por la misma persona, aviones con hélices, falta de información, periódico de papel reciclado de solo dos colores, banderas del 26 de julio, océano aullante, hojas de todas las formas y tonalidades de verde, blanco de sonrisas, piel caoba, semillas que nunca crecerán en esta parte del charco, orgullo...

Lo que no hemos visto: libertad.

Sé que es parcial e incompleta la descripción y que llevaré bastantes cartas sobre el mismo asunto, pero en fin, por algún lado quería empezar.

Pues, nada, he de ir. Volveré a contarte cosas de la isla verde. Por ahora te dejo algunas fotos que nos costaron un maravilloso aguacero... Llegamos a Belascoaín y Neptuno y sacamos éstas; espero reconozcas algo.
___
Fotos: cortesía de Francesca Sammartino.