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viernes, febrero 13, 2009

Estampas habaneras (XVII)

La furia de Bernarda Alba
Teresa Dovalpage

Y para cerrar con broche… vegetal esta serie de la Quinta de los Molinos, quisiera referirme a un incidente más farandurelo que metafísico (o patafísico, como dice mi amigo Orlando Ignacio) que presencié una vez allí. En las profundidades de La Quinta se alojaba La Madriguera, una casita que lo mismo servía para dar un concierto que para una función de teatro malojero que para montar la exposición de algún pintor no demasiado conocido.

Allá me fui una tarde en que se representaba la madre de todas las obras de grupos amateurs, léase La casa de Bernarda Alba. Sólo que en este caso, mediante una adaptación más libre que el aire, Pepe el Romano aparecía en escena. Pero lo peor no era que apareciera. De alguna manera, el segundo asesino de Lorca se las arregló para vincular a la Bernarda con la “burguesía latifundista” y a Pepe el Romano con un semental guerrillero. En un final clásico de los bodrios del realismo-socialista, luego de liberar a los mujiks (o guajiros o siervos de la gleba, eso nunca quedó muy claro), el Romano salvaba a Adela antes de que ésta llegara a ahorcarse y la obra terminaba dando vivas a la reforma agraria. O supongo que terminaba, que eso nunca se llegó a averiguar.

Mientras Pepe el Romano pronunciaba un discursito con olor a Politburó, alguien tiró un tomate al… no puedo decir escenario, porque allí no lo había, sino al sitio en que los actores soltaban sus perlas de cultivo. Se hizo un silencio sepulcral. Al Romano se le olvidó su parlamento. Adela dejó escapar un chillido. Y la Bernarda, olvidando la existencia de la cuarta pared, recogió el tomate y lo lanzó de vuelta al respetable, soltando sapos y culebras. Allí mismo acabó aquel insulto al arte de Melpómene. En homérica contienda, varias sillas volaron por el techo y un montón de carajos se subieron por las paredes… ¡Cortina!


Si alguno de mis lectores estuvo presente u oyó hablar del asunto, le pido por favor que deje constancia aquí.

8 comentarios:

Ernesto G. dijo...

Muy bueno. Saludos.

Anónimo dijo...

Mujer!, no tengo ni la menor referencia del asunto, antes que la suya, claro; esta suya que no es mentar la delicada progenitora sino al "asesino". Aplausos, por favor,despues de para usted, para el tomate.
Cariños y búhamente,
M.E.

Rosa dijo...

Nunca estuvo un tomate (espero que podrido) mejor empleado. Que lástima que no les puedan entomatar la cara a los dos que son!

Anónimo dijo...

Yo andaba mas con el grupo que iba al Huron Azul y alla a cada rato terminaban las funciones como la fiesta del guatao. Pero ese dia de Bernarda Alba debe haber sido unico, que lastima que me lo perdi. Y te esperamos en Mexiquito.

Anónimo dijo...

Muchacha pero mira que pasaban cosas en esa quinta. Igual que en la casa de la cultura de centro habana de que hablaste enla otra esquinita. Nosotros los del vedado eramos mas "fisnos" y parece que mas aburridos tambien.

Anónimo dijo...

No me extraña, ya lo dije:AFOCANTE, seguro te quedan historias en el tintero.

Saludos
F.C.

Anónimo dijo...

¡Gracias, Ernesto! Buhami, tienes razón, el pobre tomate es quien merecía los aplausos...y el que lo tiró. Y sí, Rosi, aunque "los dos" merecen algo peor que un inocente tomate. Amy, me acuerdo del Hurón Azul, seguro que nos encontramos allá alguna vez. Por cierto, chica, voy a cambiar la foto de Facebook (la del website es muy complicado pa mí) a fin de que me reconozcan cuando llegue a México, jajajá...No, Lore, en el Vedado hacían cosas buenas también...
¡Gracias a todos los que difunden la esquinita!

Anónimo dijo...

Teresita, yo oi hablar de una bronca alla pero debieron haber muchas, asi que no puedo asegurar que fuera esa,
el Trey