¡Este blog se mudó a http://belascoainyneptuno.com!

Espera unos segundos para redirigirte automáticamente al nuevo sitio. Si no funciona, visita
http://belascoainyneptuno.com.
De paso, actualiza la dirección en tu blogroll y en tus “favoritos”. ¡Gracias!

sábado, abril 19, 2008

Diario de Campaña de José Martí (XI)

19.―Las 2 de la madrugada. Viene Ramón Rodríguez, el práctico, con Angel; traen hachos, y café.―Salimos a las 5, por loma áspera. A los Calderos, en alto. El rancho es nuevo, y de adentro se oye la voz de la mambisa: “Pasen sin pena, aquí no tienen que tener pena.” El café enseguida, con miel por dulce: ella seria, en sus chancletas, cuenta, una mano a la cintura y por el aire la otra, su historia de la guerra grande: murió el marido, que de noche pelaba sus puercos para los insurrectos, cuando se lo venían a prender: y ella rodaba por el monte, con sus tres hijos a rastro, “hasta que este buen cristiano me recogió, que aunque le sirva de rodillas nunca le podré pagar”. Va y viene ligera; le chispea la cara; de cada vuelta trae algo, más café culantro de Castilla, “para que cuando tengan dolor al estómago por esos caminos, masquen un grano y tomen agua encima”,―trae limón. Ella es Caridad Pérez y Piñó.― Su hija Modesta, de 16 años, se puso zapatos y túnico nuevo para recibirnos, y se sienta con nosotros, conversando sin zozobra, en los bancos de palma de la salita. De las flores de muerto, junto al cercado, le trae Ramón una, que se pone ella al pelo. Nos cose. El General cuenta “el machetazo de Caridad Estrada en el Camagüey”.

El marido mató al chino denunciante de su rancho, y a otro―a Caridad la hirieron por la espalda; el marido se rodó muerto―la guerrilla huyó―Caridad recoge su hija al brazo, y chorreando sangre, se les va detrás: “si hubiera tenido un rifle”. Vuelve, llama a su gente, entierran al marido, manda por Boza: “¡vean lo que me han hecho!” Salta la tropa: queremos ir a encontrar a ese capitán. No podía estar sentado en el campamento. Caridad enseñaba su herida. Y siguió viviendo, predicando, entusiasmando en el campamento. Entra el vecino dudoso Pedro Gómez y trae de ofrenda café y una gallina.―Vamos haciendo almas.―Valentín, el español que se le ha puesto a Gómez de asistente, se afana en la cocina.―Los seis hombres de Ruenes hacen su sancocho al aire libre.―Viene Isidro, muchachón de ojos garzos, muy vestido, con sus zapatos orejones de vaqueta: ése fue el que se nos apareció donde Pineda, con un dedo recién cortado: no puede ir a la guerra: “tiene que mantener tres primos hermanos”. A las 2 ½ después del chubasco, por lomas y el río Guayabo, al mangal, a 1 legua de Imía. Allí Felipe Dom, el alcalde de P.―Juan Rodríguez nos lleva, en marcha ruda de noche, costeando vecinos, a cerca del alto de la Yaya.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué grande..!!!