Acabo de releer Al norte del infierno. La oración es literal y figurada. Indica que leí Al norte del infierno, de Miguel Correa Mujica. Y que lo releí en Estados Unidos. Al norte... fue publicado, al norte del infierno, en 1983. A pesar de este detallito técnico, su vigencia data simultáneamente de 1961 y de la semana próxima. Obra imprescindible e inclasificable, Al norte..., en su infinita brevedad, puede ser leído como novela, colección de cuentos, ejercicio de ficción desesperada, testimonio de lo inenarrable, ensayo de la locura, crónica sensata, autobiografía de una isla silente y gritona que se durmió mientras la Historia le pasaba por encima, psicoterapia de grupo, vaticinio del pasado, lamento del porvenir, jamming session… en fin, el Marx.
Éste es el libro, o uno de los libros, que quise haber escrito. Iré más lejos: cualquiera que haya vivido, al menos un lustro, en la Ínsula Barataria no sólo pudo haber escrito este libro, sino que lleva este libro adentro. Le guste o no. Al norte... regala un prisma a la vez aéreo y visceral del secuestro de una sociedad y la subsiguiente conversión de sus ciudadanos en ciudad-anos. Confesiones, delaciones, vejaciones, prohibiciones, cremaciones, migraciones, chivatos, retratos, castratos, ingratos, mulatos y la mar de malos ratos: ¡Todo mezclado!
«Nosotros sólo hablamos en murumacas, porque siempre dejan un margen de equivocación», declara una de sus voces. Sin embargo, la obra no deja margen a equivocaciones. Al norte... es un libro terriblemente cómico. Y terrible. Y otra vez cómico. Y triste. He reído mi tristeza de Isla y Exilio en cada párrafo: una tristeza chovinista, endémica, interminable, una tristeza que se ríe de sí misma, una triste tristeza que goza la paranoia y el ancho mar de sus secuelas infinitas. Y entre tanta risa y nudo en la garganta, me ha conmovido la lucidez del autor, su capacidad de aprehender nuestro provincialismo, la génesis del miedo bajo un régimen que implantó la máscara como método universal de subsistencia y la hipocresía de un pueblo que salió a la calle a despedir a sus emigrantes con el cálido grito de «traidores», para luego, en su miseria cotidiana, aclarar que todo se debía a un error de dicción: la frase original era: «¡trae dólares!».
Mi gratitud por Al norte del infierno no conoce límites. Tal es así que la mejor manera que encontré de recomendarlo (y comenzar el culto) fue traducirlo al inglés. Dicha edición saldrá en un par de meses. A los lectores, sólo una súplica es válida: corran la voz al sur, al este, al oeste, al norte… y, no faltaba más, en el mismísimo infierno.
jueves, abril 17, 2008
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8 comentarios:
Romay, te puse un comentario de última hora anoche en el post "El Quinto Clavadista" después del tuyo...tal vez no te llegó, porque no sale...
Hola, Cuco:
No sé por qué no sale el comentario. A lo mejor es porque no pusiste la “Verificación de la palabra”. Si te fijas, hay unas letras —escogidas al azar por el sistema— que aparecen junto a la siguiente inscripción: «Escriba los caracteres que vea en la imagen de arriba». Inténtalo de nuevo con esos caracteres. Espero que funcione. Y espero tu comentario.
Saludos,
Posdata: Quité lo de la verificación de la palabra, así que no debes tener ningún problema a la hora de dejar comentarios en el futuro.
Ya es hecho parte del trabajo. Al traducirlo al inglés, lo lanzas a un sinfín de latitudes...
Way to go Bustrófedon!
Si debe de ser eso Romay, las puñeteras letricas que uno no repara en ellas...
Te decía ahí que admiro este trabajo que haces con el diario de Martí, donde nos sincronizas con sus últimas jornadas...ya hoy es 17 de Abril, le quedan 32 días....El 19 de Mayo nos lo arrancan para siempre...Qué Desastre!!!...
Gracias por este homenaje al Maestro.
Compadre, te agradezco enormemente el gesto. (El tuyo es el primer comentario que dejan sobre la transcripción del Diario de Campaña).
Confieso que estoy disfrutando sobremanera el homenaje. Aunque a veces, como hoy, casi no me da tiempo a “postear” la entrada en el día en cuestión y mantener mi transcripción sincronizada a lo acontecido en 1898. Por cierto, ahora que lo releo, he notado ciertos detalles que se me escaparon en lecturas previas. Quizá escriba sobre eso en el futuro no lejano.
Por lo pronto, me queda exactamente un mes de “monje copista”. Y lo de “monje” no es baladí. Transcribir este diario es caer en trance. (Perdona lo manido de la imagen).
Regresa por acá. Además de mis incongruencias, encontrarás entradas del Diario a diario, excepto, claro, el misterioso 6 de mayo, día aciago en la más exacta definición del término.
Claro que si, regreso, porque de esta hermosa esquina no me sacan ni a tiros!!...
Cuco, mi bróder, ¡gracias!
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