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sábado, abril 19, 2008

Las Furias

Transcribo un fragmento de Furia del discurso humano, de Miguel Correa Mujica.

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8 de mayo
''Año del Esfuerzo Decisivo''

Querida tía Inocencia: (¡ay, déjate ya de esas boberías!) yo no sé si tú te acordarás de mí (¡termina esa carta pronto y ven a ayudarme a recoger los trapos!) pero yo de ti no me olvido un minuto (¡ay, eso fue lo primero que ella hizo apenas se subió al avión: enterrarnos!) a pesar de que tú te fuiste de Cuba cuando yo tenía cinco días de nacido (¡ay, corre, que ya empezó a llover!) yo soy el hijo de tu hermana Mireya (¡hijo, que me va a caer un trueno!) de Yeya como le dicen en la familia (¡ponle de tu hermana La Mula para que veas cómo se acuerda enseguida!) aquel niño que tú querías bautizar ¿te acuerdas, tía? (¡una mujer que en tantos años no nos ha escrito una letra!) y aunque no me puedo imaginar tu rostro (¡ay, pues yo sí: ella era igualitica a un chipojo!) te he empezado a reconocer entre las fotos que dejaste (¡hijo, que me va a matar un relámpago!) y por los cuentos que me hacen los mayores (¡hijo, que esa mujer ya no entiende el habla de aquí!) te diré que por aquí todos estamos bien (¡pues yo me estoy muriendo de apoplejía y de tristeza!) yo estoy muy bien extrañándote mucho (¡hijo, no le vayas a poner esa barbaridad que se va a reír de nosotros) pensando en cuando te volveremos a ver (¡hijo, tú no comprendes que esa mujer hará todo lo posible por no vernos más nunca!) pensando (¡hijo, no le escribas palabras raras que ella es un arado!) en conocer a mis primos que nacieron allá (¡que los muchachos que ella tiene son adoptados!) americanos de nacimiento (¡que ella es machorra y no puede tener familia!) yo estoy seguro que tú les hablas de nosotros (¡hijo, apúrate que se está al desbordar la cañada!) de nuestras vidas (¡si les habla de mi vida tendrá que explicarles cómo es que viven los piojos!) de lo unida que nuestra familia siempre ha sido (¡hijo, tú crees que esa mujer quisiera volver a comer fango!) aquí nadie te echa a mal que te hayas ido del país (¡que nos haya dejado es lo que no le podremos perdonar nunca!) al contrario nos alegramos (¡si esa luz toca los alambres de púa quedo carbonizada aquí mismo!) de que te vayan tan bien las cosas (a mí me dijeron que ella se había hecho millonaria vendiendo papas rellenas en la puerta de su casa) como aquí dicen que las cosas te van (¡pregúntale si es verdad que se compró la palangana eléctrica que ella siempre soñó tener!) que Dios te siga abriendo los caminos (¡hijo, si no me ayudas a recoger la ropa te la tendrás que poner mojada!) y que sigas prosperando como hasta ahora (¡hijo, basta de peroratas: la lista de las cosas que necesitamos está en la gaveta de la vitrina!) tía Ino: aquí se comenta que dentro de poco ustedes podrán visitar Cuba (¡te dije que no le escribieras palabras raras que ella es un arado!) y podrán traer lo que deseen a sus familiares (¡si le sigues dando vueltas no va a terminar de leer esa carta!) tú sabes cómo se vive aquí (¡eso no tienes que explicárselo: ella tuvo que comer hasta babosas cuando vivía aquí!) tú sabes que aquí falta desde la pasta dental hasta las dentaduras (¡ponle que yo no me lavo la boca desde 1959!) y no se sabe por cuánto tiempo esas cosas estarán en falta (¡hijo, tu única camisa blanca se me ripió toda con el alambre de púas!) queremos embullarte a que vengas (¡agrega a la lista una camisa blanca porque ésta se hizo trizas!) a pasarte una semana con nosotros (ella no va a venir: ella siempre dijo que la miseria era infecciosa) y a ver si nos traes algunas cositas que necesitamos (¡termina esa carta y ven a ayudarme con los ripios!) sin las cuales no se puede vivir (¡deja que tú veas lo que le pasó a tu camisa blanca!) mamá ha hecho una lista de las cosas que necesitamos con más urgencia (¡con más desesperación!) y te la vamos a enviar junto con esta carta para que la pongas en la pared (¡la camisa quedó que no sirve ni para trapo de culo!) para cuando te decidas a venir (¡una camisa menos!) te guíes por ella (¡si sigues con esa carta te vas a tener que envolver en una yagua!) para hacer las compras (en seguida que ella vea esa lista cambia el teléfono y se muda para otra parte) que nosotros sabemos que esas cosas no deben ser muy caras allá (¡hijo, la ropa se me ha caído toda en un fanguero!) y aquí no se encuentran a ningún precio (¡hijo, que esto es un huracán!) no olvides que aquí todas las cosas son de primera necesidad (¡ya esta ropa no sirve para más nada!) todas nos hacen la misma falta (¡no cierres el sobre todavía que mi ajustador se cayó por una cueva de arañas!) y si demoras en venir la necesidad se hará cada vez más dolorosa (¡ahora nos tendremos que sentar desnudos a esperar por ella!) también puedes enviarnos lo que se te ocurra con alguien que venga para acá (¡las vacas se han empezado a comer la ropa enfangada!) nos da mucha pena tener que pedirte todas estas cosas (¡yo me siento aquí mismo!) pero ya no tenemos escapatoria (¡vacaaaaaaa! ¡vacaaaaaaaa!) y le damos gracias a Dios de tenerte por lo menos a ti (¡que se la coman toda!) en ese país (¡yo no puedo más!) disculpa si te parece que estamos abusando de tu generosidad (¡hijo, cuando te asomes y veas lo que ha ocurrido te vas a morir de la tristeza!) pero aunque no nos envíes nada el mero hecho de decírtelo nos alivia (¿tú o alguien nos podrá socorrer?) la ropa hecha jirones sobre el potrero (tú te fuiste cuando la nueva miseria recién se instalaba) y sobre el potrero el cielo como una enorme tapia blindada (tú no te puedes imaginar lo que se siente cuando nuestro único ajustador es devorado por las arañas) impenetrable y callado cerrándonos el paso por todos los flancos (tú no te imaginas lo que se siente debajo de los cordeles de púas) asediándonos a punta de rayo (tú siempre diciéndonos que la desesperación florece entre las güásimas) como blancos perfectos para un tirador enloquecido que dispara contra la manada de lechones en estampida (tú convencida de que ni siquiera el mar detiene este tipo de espanto) que en nerviosa confusión huyen a protegerse bajo la esperanza de no ser alcanzados (tú comiendo inmundicias y babosas pero con la mirada fija en esa otra puerta) entonces la noche una noche metálica atornillada por los cuatro testeros contra las paredes del mundo (si yo pudiera hacerte la lista de las cosas que verdaderamente necesitamos) conforma en un dos por tres el techo celestial de la celda (anotaría ''estropajos'': para por lo menos tener una desgracia definida) una celda con capacidad para varios millones de seres empeñados en la quimérica labor de sobrevivir (fideos: es inconcebible tener que acudir a un pariente emigrado para conseguir unos fideos) por supuesto que irrumpirán aplausos y cantos en medio de la gran celda tapiada (una camiseta de farol chino) los cantos y el estruendo de promesas hechas a dioses altísimos que tienen en sus manos el destino de millones de gargantas (un ñame: ¿habrá ñames allá donde tú vives?) la intensidad de los aplausos creciendo con la intensidad de la asfixia (una latica de bija) las aves post-diluvianas se apresuran a recorrer los cielos tapiados (maíz: necesitamos diez mazorcas de maíz para hacer unas arepas) son ellas las encargadas de recoger la intensidad de los aplausos colectivos (tía Ino: aunque te parezca mentira necesitamos azúcar: no te aparezcas sin un saco de azúcar prieta) las vibraciones en los pechos emotivos (yo me pongo a mirar las cañas y las miro y las miro y no hay modo de transformarlas en azúcar) los colores de las mejillas amaestradas (azúcar: ven a ver esto: azúcar) que los dioses se encargarán de registrar y clasificar como las emociones correctas (tú no te imaginas lo que se siente cuando bebemos refresco de limón al tiempo sin limón y sin azúcar) y habrá recompensas si los pechos cimbran y se estremecen (tú no te imaginas lo que sienten las ratas escogidas para experimentos de laboratorio) entonces tal vez entonces los dioses corran las cortinas y permitan el paso de la luz hasta el piso de la celda (tú no sabes lo que se siente debajo de los cordeles de púas arrente al piso de esta celda) tú ni nadie que no seamos nosotros se lo imagina...

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