Ramón Fernández Larrea (Bayamo, Cuba, 1958) es poeta, humorista, realizador de radio, cine y televisión. Su obra poética abarca los siguientes títulos:
· El pasado del cielo (Ediciones Unión, La Habana, 1987), Premio Nacional de Poesía «Julián del Casal», Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1985.
· Poemas para ponerse en la cabeza (Editora Abril, La Habana, 1989), Premio XX Aniversario El Caimán Barbudo, La Habana, en 1986.
· El libro de las instrucciones (Colección Ciclos, UNEAC, La Habana, 1991).
· Manual de pasión (Universidad de Guadalajara, México, 1993).
· El libro de los salmos feroces (Ediciones Extramuros, La Habana, 1995).
· Terneros que nunca mueran de rodillas (Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, 1998), Premio de poesía Julio Tovar en 1997.
· Cantar del tigre ciego (Editorial Arlequín, Libros del arrayán, Guadalajara, México, 2001).
De Fernández Larrea supe por primera vez en La Habana de finales de los ochenta. Si la memoria no me falla, la cita era en Radio Ciudad, a las cinco. La excusa: El Programa de Ramón. Con aquella mezcla de humor, frescura, irreverencia, buena música y su toque de erudición, EPR ―como los iniciados (y el propio autor) llamábamos al programa― era el mejor aliciente para aplacar el tedio de aquellas tardes de bochorno insoportable. Y así fue hasta la dichosa hora en que sin mucho miramiento ni explicaciones lo sacaron del aire. Volví a saber de Fernández Larrea luego de década y media, gracias a sus proverbiales epístolas a ciertos arquetipos cubanos ―su carta al oso Prudencio es buen botón de muestra―, que eran publicadas en Encuentro en la red. (Dichas cartas me hicieron lector asiduo del diario y, con el tiempo y un ganchito, me incitarían a colaborar en sus páginas).
Ahora ando de plácemes: el próximo viernes (25 de abril), Fernández Larrea presentará Nunca canté en Broadway, una antología personal de su poesía, en New York University. La lectura estará moderada por otro ilustre que tampoco necesita presentación: Enrique del Risco. La cita es a las 6 pm, en el 19 de University Place, salón 222. Quedan todos invitados.
Pero, marquen, que hay cola.
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