viernes, abril 18, 2008
Diario de Campaña de José Martí (X)
18.―A las 9½ salimos. Despedida en las filas.―G. lee las promociones. El sargento Pto. Rico. dice: “Yo muero donde muera el G. Martí.”―Buen adiós a todos, a Ruenes y a Galano, al Capitán Cardoso, a Rubio, a Dannery, a José Martínez, a Ricardo Rodríguez.―Por altas lomas pasamos seis veces el río Jobo. ―Subimos la recia loma de Pavano, con el Panalito en lo alto y en la cumbre la vista de naranja de china. Por la cresta subimos… y otro flotaba el aire leve, veteado… A lo alto de mata a mata colgaba, como cortinaje, tupido, una enredadera fina; de hoja menuda y lanceolada. Por las lomas, el café cimarrón. La pomarrosa, bosque. En torno, la hoya, y más allá los montes azulados, y el penacho de nubes. En el camino a los Calderos,―de Angel Castro―decidimos dormir, en la pendiente. A machete abrimos claro. De tronco a tronco tendemos las hamacas: Guerra y Paquito―por tierra. La noche bella no deja dormir. Silba el grillo; el lagartijo quiquiquea, y su coro le responde: aún se ve, entre la sombra, que el monte es de cupey y de paguá, la palma corta y espinada; vuelan despacio en torno las animitas; entre los nidos estridentes, oigo la música de la selva, compuesta y suave, como de finísimos violines; la música ondea, se enlaza y desata, abre el ala y se posa, tilila y se eleva, siempre sutil y mínima―es la miríada del son fluido: ¿qué alas rozan las hojas? ¿qué violín diminuto, y oleadas de violines, sacan son, y alma, a las hojas? ¿qué danza de almas de hojas? Se nos olvidó la comida; comimos salchichón y chocolate y una lonja de chopo asado.―La ropa se secó a la fogata.
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3 comentarios:
Podría un sietemesino percibir eso?...na!..
(...) la música ondea, se enlaza y desata, abre el ala y se posa, tilila y se eleva, siempre sutil y mínima (...)
(...) ¿qué violín diminuto, y oleadas de violines, sacan son, y alma, a las hojas? (...)
Sólo un alma exquisita escucha esos violines...
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