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«Así en la paz como en la guerra, mantendremos las comunicaciones». Impregnado de ese afán bélico que recorrió desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí a raíz del estrepitoso accidente de 1959, el lema del Ministerio de Comunicaciones ―como casi todo lo que se repite a coro― peca de un triunfalismo abrumador. Al leer el leitmotiv de la empresa de correos, el observador sagaz intuirá que ni lo uno ni lo otro: ni se han mantenido las prometidas comunicaciones, ni existieron esos extremos que tanto preconiza el lema: en Cuba, jamás viví la paz, como tampoco viví la guerra; viví ese término medio que aún persiste por estos días, esa perpetua atmósfera de plaza sitiada ―esto es, sitiada desde adentro―; La Habana fue siempre un limbo frágil, una suerte de purgatorio por el que penar mientras se esperaba pasar a mejor vida: el consabido más allá, literal o figurado.
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A finales de los noventa, L. trabajaba en una filial del Ministerio de Comunicaciones. Su oficina estaba en la calle Zanja, esquina a Infanta (si mal no recuerdo). Un buen día, L. me comentó que en el trabajo le habían pedido que hiciera una prueba, en aras de monitorear los servicios de correo en la capital… y había decidido usarme de conejillo de Indias: ¡me había enviado carta! Mi misión: decirle el día exacto en que me llegaba el sobre. Lo puso un lunes. Pasó el tiempo y pasó un águila por el mar. Y el sobre, ay, siguió muriendo. La remitente vivía en el Vedado; el destinario, vecino de Belascoaín y Neptuno. La postal: todavía debe andar perdida en el cosmos de uno de los incontables ministerios fantasma que se gasta el régimen cubano.
3
Siempre me resulta difícil explicarles a mis amigos de otras tierras la relación de cualquier habitante de la isla con ese hecho tan profundamente mundanal que es el correo. No pueden entender que a estas alturas no me sea posible enviar correspondencia desde este país, cuyas más cercanas costas se acercan a noventa millas de las costas que me vieron crecer. Mucho menos entienden el uso de viajeros para el trasiego de cartas, o que las mismas vayan escondidas entre la ropa. Y, puestos a no entender, se quedan en Babia cuando les digo que las cartas que me llegan de Cuba ―cuando llegan― vienen invariablemente abiertas. Lo triste del caso es que, en muchas ocasiones, llegan en ese estado de indefensión no porque las hayan abierto los oficiales de aduana en el aeropuerto, sino porque los remitentes envían los sobres sin sellar; como para ahorrarles el trabajo a los censores.
4
Hoy me pasé la santa mañana respondiendo mi correo postal: se me habían acumulado un par de semanas y el resultado era una montañita respetable. Recuerdo que en mis primeros días en Estados Unidos, recibir una carta, telegrama, o cualquier cosa que llegara a mi buzón ―junk mail incluido― me provocaba una alegría incontenible; tomaba cada sobre como una especie de bienvenida personal que me daba el mundo civilizado.
Por estas fechas, ya curado de ese espanto, hago fiesta cuando mi buzón está vacío.
lunes, mayo 05, 2008
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5 comentarios:
Vale comentar que el correo de Cuba segun el lema: EN LA GUERRA COMO EN LA PAZ , MANTENDREMOS las comunicaciones, no ha dejado de ser un serio problema de incomunicacion.
Desde que vivo, al norte del norte, no he dejado de enviar las postales de felicitacion de fin de ano, sin embargo ellas nunca han llegado.
Sera que a los comunicadores les tienen doble por abrir tantos sobres.?
Quizas, estimado ex residente de Belascoain y Neptuno, debe ser que ante la carencia de postales, los del correo se apropian de las mismas, white-up el texto, y las utilizan en su uso personal. Siempre tuve esa sospecha.
Dilecto, me encanto este post... y cuanto me ha hecho reir y recordar!!!!
Can we talk tonight? Call twice!
Just kidding, call once. We are in this side of the planet.... fortunaly. The Cape Man!
coincido con usted en este tema pero algo que tal vez pueda disentir: como prueba, mandé un pequeño paquete con una ropa para mi sobrino a través del correo de usa. lo envié en diciembre. llegó como en marzo. cuando hablé con mi familia, le pregunté si estaba abierto. me dijeron que no. he preguntado a varias cubanos de miami y me dicen que han hecho lo mismo y les ha llegado sin problemas. me sorprendió. siempre pensé que no era tan fácil que llegara un paquete a través de la vía "oficial" sin antes ser revisado. nunca he mandado una carta ni una postal. pero al menos el paquete llegó intacto, aunque demorado. tal vez tuve suerte. quién sabe.
Los Miquis tienen razon. Yo he mandado cosas para alla asi tambien.
En mis primeros años en los Estados Unidos me pasaba lo mismo que tu con el correo. Ahora le he cogido miedo porque dentro de los sobres vienen unos mosntruos horribles que se llaman "billes."
Un saludo y muy bueno el post.
Miquis y Ernesto: Me sorprende la suerte que han tenido con Correos de Cuba. Mis paquetes jamás llegaron. Hace años que sólo uso amigos (cubanos y no tanto) para llevar y traer la correspondencia.
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