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jueves, mayo 15, 2008

Diario de Campaña de José Martí (XXXVI)

15.―La lluvia de la noche, el fango, el baño en el Contramaestre: la caricia del agua que corre: la seda del agua. A la tarde viene la guerrilla: que Masó anda por la Sabana, y nos lo buscan: traen un convoy, cogido en la Ratonera. Lo vacían a la puerta: lo reparte Bellito: vienen telas, que Bellito mide al brazo: tanto a la escolta,―tanto a Pacheco, el capitán del convoy, y la gente de Bellito,―tanto al Estado Mayor: velas, una pieza para la mujer de Rosalío, cebollas y ajos, papas y aceitunas para Valentín.

Cuando llegó el convoy, allí el primero Valentín, al pie, como diciendo, ansioso. Luego, la gente alrededor. A ellos, un galón “de vino de composición para tabaco”,―más vino dulce: Que el convoy de Bayamo sigue sin molestar a Baire, repartiendo municiones. Lleva once prácticos, y Francisco Diéguez entre ellos: “Pero él vendrá: él me ha escrito: lo que pasa es que en la fuerza teníamos a los bandidos que persiguió él, y no quiere venir, los bandidos de El Brujito, el muerto de Hato del Medio”.―Y no hay fuerzas alrededor con que salirle al convoy, que va con 500 hombres. Rabí,―dicen―atacó el tren de Cuba en San Luis, y quedó allá.―De Limbano hablamos, de sobremesa: y se recuerda su muerte, como la contó al práctico de Mayarí, que había acudido a salvarlo, y llegó tarde. Limbano iba con Mongo, ya deshecho, y llegó a casa de Gabriel Reyes, de mala mujer, a quien le había hecho mucho favor: le dio las monedas que llevaba; la mitad para su hijo de Limbano y para Gabriel la otra mitad, a que fuera a Cuba, a las diligencias de su salida, y el hombre volvió, con la promesa de 2,000 pesos, que ganó envenenando a Limbano. Gabriel fue al puesto de la guardia civil, que vino, y disparó sobre el cadáver, para que apareciera muerto de ella. Gabriel vive en Cuba, acusado de todos los suyos: su ahijado le dijo: “Padrino, me voy del lado de usted, porque usted es muy infame”.―Artigas, al acostarnos pone grasa de puerco sin sal sobre una hoja de tomate, y me cubre la boca del nacido.

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