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jueves, mayo 01, 2008

Diario de Campaña de José Martí (XXIII)

1° de Mayo.―Salimos del campamento, de Vuelta Corba. Allí fue donde Policarpo Pineda, el Rustán, el Polilla, hizo abrir en pedazos a Francisco Pérez, el de las escuadras. Polilla, un día, fusiló a Jesús: llevaba al pecho un gran crucifijo, una bala le metió todo un brazo de la cruz en la carne: y a la cruz, luego, le descargó los cuatro tiros. De eso íbamos hablando por la mañana, cuando salió el camino, ya en la región florida de los cafetales, con plátanos y cacao, a una mágica hoya, que llaman la Fontina, y en lo hondo del vasto verdor enseña apenas el techo de guano, y al lado, con su flor morada, el árbol del caracolillo. A poco más, el Kentucky, el cafetal de Pezuela, con los secadores grandes de mampostería frente a la casa, y la casa, alegre y espaciosa, de blanco y balcones; y el gran bajo con las máquinas, y a la puerta Nazario Soncourt, mulato fino, con el ron y el jarro de agua en un taburete, y vasos. Salen a vernos los Thoreau, de su vistoso cafetal, con las casitas de mampostería y teja: el menor, colorado, de… y los ojos ansiosos y turbios, tartamudea: ¿“―pero podemos trabajar aquí, verdad? podemos seguir trabajando”.―Y eso no más dice, como un loco.―Llegamos al monte. Estanislao Cruzat, buen montuno, caballerizo de Gómez, taja dos árboles por cerca del pie, clava al frente de cada uno dos horquetas, y otras de apoyo al tronco, y cruces, y varas a lo largo, y ya está el banco. Del descanso corto, a la vereda espesa, en la fértil tierra de Ti Arriba. El sol brilla sobre la lluvia fresca: las naranjas cuelgan de sus árboles ligeros: yerba alta cubre el suelo húmedo: delgados troncos blancos cortan, salteados, de la raíz al cielo azul, la selva verde, se trenza a los arbustos delicados el bejuco, a espiral de aros iguales, como de mano de hombre, caen a tierra de lo alto, meciéndose al aire, los cupeyes: de un curujey, prendido a un jobo, bebo el agua clara: chirrían en pleno sol los grillos.―A dormir, a la casa del “español malo”: huyó a Cuba: la casa, techo de zinc y suelo puerco: la gente se echa sobre los racimos de plátanos montados en vergas por el techo, sobre dos cerdos, sobre palomas y patos, sobre un rincón de yucas. Es la Demajagua.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Techo de zinc y sol puerco
y, resumiendo a Martí,
anécdotas del maní
y voluntarios del cerco.
Techo de zinc y sol puerco,
investigación y rima.
Abajo Cuba o encima,
de todos modos es Cuba.
Y no hay monte que no suba
Martí, que no lo redima.

SG