En la ciudad que es ruina vergonzosa,
van de blanco, en silencio, entre las fieras.
Sus testigos: las calles, las aceras.
La turba enardecida las acosa.
Una avenida de flores marchitas,
los domingos de lluvia o cielo abierto
y una iglesia, algún prójimo, algún muerto
han visto sus andanzas infinitas.
Otras madres, en mayo reprimidas,
no quieren condolerse con sus penas,
las acusan de innobles intereses…
Y ellas siguen rogando por las vidas,
rompiendo a cada paso las cadenas,
soñando con los panes y los peces.
lunes, mayo 19, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
4 comentarios:
Me quito el sombrero ante usted, amigo poeta. La semana que viene este poema ciber-desfilara con las damas de blanco. Gracias.
yo también lo felicito. y nosotros estamos con ellas.
Excelente, querido Bustro.
Eufrates, Miquis, Isis: ¡Gracias mil!
Publicar un comentario