El Parque Trillo
Teresa Dovalpage
Dicen que se llama Quintín Banderas y en efecto, hay una estatua de éste en el centro del parque. Pero lo más sobresaliente del lugar son la ceiba, junto a la cual la gente deja ofrendas amarradas con lazos rojos; las farolas pintadas de verde botella y el fantasma de aquel Pato Macho al que liquidaron allí, según una vieja canción que le gustaba tararear a mi abuela:
“Por culpa de la chaucha
mataron a Pato Macho.
Dicen que estaba en el parque
jugando con los muchachos”.
Su espíritu, de guayabera y zapatos de dos tonos, suele pasearse por entre los árboles, según los vecinos. Preferiblemente por la esquina que da a Aramburu.
Yo nunca me lo tropecé. Pero eso sí, en una casa frente al Parque Trillo tuve mi primer encuentro con un representante en la tierra (así se decía él) de los orishas. Era un santero a quien llamaban hermano Miguelito y que me sirvió, detalles más, detalles menos, de modelo para mi personaje Teófilo. Lo visité una tarde, instigada por una amiga del barrio que juraba que Miguelito era lo máximo —le había hecho regresar un novio desaparecido gracias a un atadito de pendejos con miel—. Otro día hablaré de esto.
El hermano Miguelito —en camiseta rosada, con argollas de oro en las orejas antes de que se usara que los hombres las lucieran y un short de florecitas— nos recibió amabilísimo: “Luz y progreso, hermanas. Adelante”.
Con mis dieciocho años de niña bitonga, yo no tenía problema alguno pendiente de resolución. Pero como me parecía desairado no decir algo con enjundia le puse una carita muy compungida, apenas nos quedamos solos, y le dije que tenía que ayudarme a encaminar mi vida.
Miguelito recomendó un trabajo viramundo. Ello consistía en llevarle un gallo, una botella de ron, una pucha de flores blancas y no me acuerdo qué otras cosas más. Luego tiró unos pedazos de corteza de coco en el suelo, los observó y me dijo:
—Veo viaje en tu futuro, hermana. Por ahí van los tiros. Viaje y matrimonio pa’ ti.
Tendrían que pasar once abriles para que las palabras de Miguelito se materializaran, pero aquella tarde, cuando salimos al sol y a la bulla perenne del Parque Trillo, le dije a mi socita:
—No te preocupes, que cuando me vaya yo te mando a buscar.
viernes, enero 16, 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
10 comentarios:
Y la mandaste a buscar? Mira tu, de verdad adivinó. Yo nunca tuve ningún "encuentro cercano" con los orishas (tal vez debí hacerlo, visto lo visto), pero aunque siempre di por sentado que la mayoría son charlatanes, uno siempre les tiene cierto "respeto" a "esas cosas" tan "misteriosas". Me alegro por tí mi amiga, que se te haya cumplido el buen augurio.
Pues a mi un orisha tambien me lo vaticino. Vino a ver a mi hermana para santiguarla o algo de eso y yo estaba en la casa. Mi hermana le pregunto que si podria irse del pais algun dia y el le dijo que iba a ser dificil y me mira a mi y le dice: "Pero este se va pronto." Dos años despues ya estaba aqui.
La canción decía "Por culpa de la chaúcha mataron a Pato Macho, subiendo las escaleras completamente borracho". La chaúcha es la comida, ¿por qué hubiera ido al parque a comer?
Yo conozco ese parque porque a cada rato iba reunirme alli con los socios y a tomar ron cuando vivia en Aramburu. Mi mujer se acuerda mas de estas cosas y ella fue la que me dijo de este blog y de tu columna, Siguele tessy.
A mi me dijeron que iba a venir a La Yuma y sacarme la loteria pero estoy esperando todavia la segunda promesa, hehe.
¡Gracias mil por todos los comentarios! Lo siento que he estado perdida del aire, es que con el inicio del semestre las cosas se vuelven un poco caóticas aquí. Rosie, no mandé a buscar a mi socia porque ella se fue primero, jejeje...Atómico, lo siento, no conocía esa parte de la canción, mi abuela la cantaba distinto. En cualquier caso, tienes razón, no veo la relación de la chaucha con el parque, como no repartieran comida gratis allí. Lario, dile a la Lo que escribe ella también aquí, que no sea vaga....cariños,
Tessy, alli se sentaba tambien Estanislao, un viejo que fumaba tabaco y andaba siempre con una jaba en la mano, que era una fuente de cuentos de brujeria, pataquines y todo eso. No se si lo llegaste a aconocer, era muy amigo de Marina, la madre de Nicolas Parisi, que vivia en la esquina, creo que ella era medio parienta de tu abuela Mercedes.
Teresita eres tremenda -ahora con El Parque Trillo- sigues acabando conmigo, aunque yo prefería el Aguirre, ese también lo debes conocer.
Saludos
F.C.
Hidelsita, sí me acuerdo de Estanislao, por supuesto, le llevaba hierba a los conejos de Marina que, en efecto, era prima de mi abuela. F.C., gracias, chica. Pero no sé cuál era el parque Aguirre...¿quedaba por allá también?
El Parque Aguirre estaba al pie del Estadium Universitario, cerca de La Quinta de los Molinos, donde terminaba la calle San José, ya ves?
Saludos
F.C.
Publicar un comentario