¡Este blog se mudó a http://belascoainyneptuno.com!

Espera unos segundos para redirigirte automáticamente al nuevo sitio. Si no funciona, visita
http://belascoainyneptuno.com.
De paso, actualiza la dirección en tu blogroll y en tus “favoritos”. ¡Gracias!

miércoles, enero 07, 2009

Candela en Miami

Transcribo un texto de Loreta Sánchez-Araujo, MA.
***
Conocí a Teresa Doval cuando a ella se le ocurrió estudiar cibernética en La Colina de la universidad de La Habana, lo cual siempre me pareció un disparate porque estaba claro que lo suyo eran las letras. Luego coincidimos en un taller literario que dirigía Osmande Lescayllers, que ahora me entero que está en Galicia y dándoselas de opositor. ¿Me dijiste...? Pero este post es sobre Teresita y no el francófilo. Después ella fue a parar a la facultad de lenguas y se convirtió en Tessy.

Desde el tiempo de los talleres me di cuenta de que Teresa tenía madera de escritora. Comprobé que no andaba errada cuando leí su novela Posesas de La Habana, que traza la tragediosa vida de tres mujeres y una niña en el medio de un apagón. Me hizo reír y llorar pues parece estar basada en su propia familia aunque con exageraciones. “Licencias literarias” dice ella.

No he conseguido todavía Muerte de un murciano en La Habana, novela que quedó finalista del premio Herralde en 2006, pero sí su libro de cuentos ¡Por culpa de Candela!. Y me llama la atención la presencia de Miami en este libro aunque su autora, que yo sepa, no ha pasado aquí más que unos pocos días.

La chica de “Cubanoteca”, una india zapoteca adoptada por exiliados cubanos, vive en Miami hasta que viaja a México y la detienen como illegal alien en la frontera. La estudiante de “Literatura femenina” (título demasiado insípido y casi pedante para un cuento tan bueno) conoce en Miami a un cubano apodado el Zángano, al que devuelve a la misma ciudad por impotente y tarreador. La niña de “Si a tu ventana llega una paloma” prefiere ir a La Habana en lugar de Miami, a buscar a su padre el ñángara. A Miami se va la marielita de “El tiempo hacia atrás”. Pienso que en el fondo Tessy debe estar penando por domiciliarse en esta ciudad.

Recomiendo el libro. También lo hace desde la contraportada Roberto Ampuero, autor chileno creador del detective Cayetano Brulé, quien compara a la autora con Cabrera Infante. Quizá se le fue un poco la mano en el elogio, pero los cuentos están bien escritos, divertidísimos la mayor parte, y se leen de una sentada. Ahora falta que la Dovalpage (¿de dónde habrá sacado esa page del apellido?) venga a Miami y escriba una novela sobre la ciudad.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto es para la Tessy que hace rato estaba chivando con el tunel de Carlos III, aqui encontre la explicacion

Como una estampa amable del pasado califica el escritor Eduardo Robreño al tren de Zanja, llamado también de Marianao. Se inauguró en 1863. Salía del paradero de Concha, en la actual Plaza de Carlos III, y rendía viaje en Los Quemados, en el vecino municipio, hasta que en 1884 su recorrido se extendió hasta la playa, donde luego se construyó el Club Náutico. Desde 1914 inició su periplo en Zanja y Galiano.

De esa esquina salía cada 15 minutos, y cada una hora a partir de las 12 de la noche, un vagón grande y cómodo, al que se sumaban dos más en horas pico y en días de mucho tráfico. Se trataba, recuerda Robreño, de un viaje rápido. El recorrido exacto era de 13,49 millas (25,2 kilómetros) y el tren demoraba 23 minutos en desplazarse entre la estación de Carlos III y la playa.

Se deslizaba, lento, por Zanja, con paradas obligatorias en Manrique, Lealtad, Belascoaín y San Francisco. A partir de aquí se introducía bruscamente en un túnel que pasaba por debajo de Carlos III. Para salir a la calle desde esa estación debía subirse por una empinada escalera. Paradas obligatorias eran también las de Infanta, San Martín, parque de Tulipán y Cerro antes de que el tren llegara a Ciénaga. Tomaba entonces la cuesta de Puentes Grandes, bordeaba El Husillo y arribaba al apeadero de Ceiba. Venía después la estación de Buenavista y luego la de Los Quemados, antecedida por los apeaderos de Columbia y Pogolotti.

Durante años ese tren dio servicio diario a miles de pasajeros, no solo a aquellos que trabajaban en La Habana y vivían fuera —o al revés— sino a los que querían disfrutar de las playas del oeste de la capital y a decenas de adolescentes y jóvenes que preferían los terrenos de La Panadera —ocupados después por Maternidad Obrera y otros edificios aledaños— para sus entrenamientos y campeonatos de pelota manigüera.

Un día se dispuso que el tren de Zanja dejara de salir. Se le consideró un peligro, dada la cantidad de vehículos automotores que circulaban ya por la capital y la ciudad vecina. Las paralelas por donde corría fueron rápidamente levantadas y se desmantelaron estaciones y apeaderos. Pese a todo, algunos recuerdos aislados sobreviven de esta estampa amable del ayer.

mimisma dijo...

no coincido contigo, pero aun recuerdo los buenos momentos en esa esquina y en la azotea, momentos de pura amistad donde ser diferente y feliz no costaba nada

Ernesto G. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ernesto G. dijo...

En Marianao quedan todavia, si no me equivoco, rastros de la esa linea de tren.

Anónimo dijo...

¡Hola! Gracias, Bustro, por postear la reseña y a Lore por hacerla. Hidel y Ernesto, gracias por la info sobre el dichoso túnel. Ni idea tenía de que hubiese habido un tren hasta Marianao, qué curioso. Investigaré más del asunto. Mimisma, no estoy segura de a cuál azotea te refieres...
Bueno, chicos, voy a una gran aventura ahora:¡a esquiar! Ya saben como es eso, donde fueres, haz lo que vieres...mientras una pata no te partieres...¡Brrr!