Para abrirles el apetito, transcribo aquí el primer parrafo:
Hace un par de semanas, Abe Moscowitz se murió de un infarto y vino a reencarnar en una langosta. Lo atraparon en la costa de Maine y lo enviaron a Manhattan, donde fue a parar a un tanque de un lujoso restaurante especializado en mariscos. En el tanque había otras langostas, una de las cuales lo reconoció: «¿Abe, eres tú?», preguntó la criatura levantando las antenas.
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2 comentarios:
Me he reído de lo lindo...¡Magnífico, Alexis! Tu traducción le hace justicia al original. Contigo no vale eso de "traduttore, traditore”.
Me he reido muchísimo. Te confieso que he leido el original. Pero creo tenerlo en casa pues estamos suscritos a The New Yorker..
Besos
Niurki
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