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miércoles, junio 25, 2008

A de América

Hace un par de noches, saltando de un canal a otro, di con V for Vendetta. El cansancio me hizo verla de nuevo. Mi opinión, dos años después de reseñarla para The Jersey Journal, no ha cambiado un ápice. Abajo reproduzco una traducción posible.
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Al salir del cine en la noche de estreno, una amiga me comentó que le había gustado muchísimo V for Vendetta, a pesar de tratarse de un filme de ciencia ficción. Estoy en completo acuerdo y desacuerdo con ella. Sí, me gustó mucho la película. No, no es ciencia ficción.

Para muchos de los espectadores en las lunetas, la trama se desenvuelve “en una futurística (sic) Gran Bretaña totalitaria”, una sociedad devastada por la crueldad y la corrupción gubernamental. Para mis compatriotas, el mismo miedo a la crueldad y la corrupción del gobierno, el mismo canal de TV transmitiendo sin cesar las ideas y opiniones del Canciller Infalible, la misma eterna omnipresencia de la policía política y esa necesidad de mostrar una cara que diga “sí”, mientras todo adentro dice “no”: todos estos elementos “futuristas” son parte de la vida diaria y lo han sido durante 47 [ahora 49] largos años.

Lo adivinaron. Soy cubano.

Los paralelos entre la ficción tan brillantemente dirigida por James McTeigue y la maquiavélica realidad orquestada por Fidel Castro son múltiples.

Al igual que el Canciller Adam Sutler en la Inglaterra del futuro, Castro controla todos los medios de comunicación en Cuba. Al igual que Castro, el Canciller Sutler tiraniza con mano dura a una sociedad altamente militarizada. El Canciller Sutler tiene un archienemigo declarado, al que sólo se le conoce un seudónimo: “V” (de vendetta). Por su parte, Castro ha movido cielo y tierra para convencer tanto a la población bajo su yugo como a la prensa internacional de que la causa de cualquier problema, desde los apagones diarios hasta la escasez de sal (¡en una isla!) o la creciente disminución de su capacidad oratoria ha de ser culpada a su adversario favorito, su doctor Moriarty, a quien podríamos llamar “A” (de América: sinécdoque, en el mundo anglo, de Estados Unidos de América).

Las similitudes abundan entre el dictador cubano y su homólogo británico: ambos profesan un gusto desmedido por la estética fascista en general y por Adolph Hitler en particular. El Mein Kampf de Castro se titula La historia me absolverá —frase tomada de uno de los primeros discursos de Hitler. A ambos les encantan las consignas fáciles de recordar: “Inglaterra vencerá” puede ser un equivalente directo del redundante “Patria o muerte”. Ambos señores son homofóbicos y racistas: en la alborada de la Revolución, Castro instituyó las UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción): campos de concentración a los que eran enviados —y una vez allí, forzados a trabajar— homosexuales, rockeros, testigos de Jehová y toda suerte de personas acusadas de exhibir “diversionismo ideológico”; todavía en la actualidad es ínfima la presencia de hombres o mujeres de la raza negra en posiciones de poder en la isla.

El Canciller Sutler y su gemelo cubano tienen otras cosas en común: ambos gozan de una audiencia “cautiva”; los dos adoran gritar ante las cámaras de la TV y esconden el rostro tras variaciones sobre un mismo tema: una barba de chivo o “candado”, en Sutler, una barba rala, en Castro.

Dadas estas coincidencias, a pesar de su muy convincente acento británico, no hubo una escena en toda la película en donde no viera a una mujer cubana en Evey, el personaje que tan magistralmente encarna Natalie Portman. Dejando a un lado la escenografía, los costosos trajes y los efectos especiales, por momentos me pareció que estaba mirando un documental.

La esencia del filme es resumida en una poderosa frase que el rebelde “V” le dispara a Evey a bocajarro: “Los pueblos no deben temer a sus gobiernos. Los gobiernos deben temer a sus pueblos”. Desafortunadamente, las últimas cuatro décadas y media de Castro y su absoluto control sobre el destino de Cuba demuestran que esta bella frase, como todo, es mucho más fácil pronunciarla que llevarla a la práctica.

Recomiendo la película muy encarecidamente. V for Vendetta es un comentario muy atinado sobre qué puede pasar cuando los pueblos temen a sus gobiernos. Todo ser humano necesita aprender esta lección. Y es mucho más conveniente aprenderla a través del confort y el glamour de la pantalla de cine, sumado a la combinación de talentos de Natalie Portman, el visceral, vengativo, valiente y volátil vigilante “V” y los creadores de la trilogía Matrix.

Si han leído este texto, ¡vayan a ver V for Vendetta! Pero recuerden algo: la película no tiene nada de futurista.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Estupendo. A esto: “Los pueblos no deben temer a sus gobiernos. Los gobiernos deben temer a sus pueblos”, añado: " y a Internet". Observa el blog: ecuaderno. Saludos Alex.

Aguaya dijo...

Sí, con Internet en las manos de todos los cubanos "aquello" tendría sus horas contadas......

Bustro, definitivamente me gusta muchísimo más el nuevo look!!!

Saludos desde Berlín!

Anónimo dijo...

Excelente comparación, pero en Cuba es la dura realidad, como bien dices, es más fácil verlo en una película...
Saludos
F.C.

Alexis Romay dijo...

Gracias, ACRey, Aguaya y F.C.

Aguaya: me alegra que te guste el nuevo diseño. Me parece que por fin encontré el que encaja con Belascoaín y Neptuno. Pero a lo mejor la semana entrante (o en un par de meses) me da por cambiarlo. Después de todo, ¿qué es un blog sino un estado de ánimo?

Aguaya dijo...

Eso mismo, lo has definido bien... Solo espero que no tengas necesidad de usar el color negro ;-)
Saludos,
AB