El edificio rojo que aparece en la foto —en la esquina de 25 y G— es el “Palace”. Para ponerlo en letra de bolero, de aquel palacio ya no le queda ni el recuerdo. El edificio grisáceo que se le enfrenta desde el otro lado de calle —no sé desde cuándo— lleva el nombre —el apellido— de nuestro más ilustre suicida: “Chibás”.
Los primeros años de mi infancia y —luego de un hiato por provincias—, en mi más temprana adultez, antes de mudarme a los predios de Belascoaín y Neptuno, viví en el séptimo piso del Palace, en un apartamento que se jactaba de un envidiable balcón a la Avenida de los Presidentes —avenida a la que, para ponerlo en letra de bolero, de aquellos presidentes ya no le quedaba ni el recuerdo—. El Palace se podría haber jactado también de un cajón de aire que daba a uno de nuestros cuartos y por el que, muy a mi pesar, me mantenía al tanto de quién le pegaba los tarros a quién, o me enteraba del mal que se iba a morir la puta de la madre de Fulana, o me llegaba la grata noticia de que en la triste bodega de 25 y F estaban vendiendo el arroz (con piedras) correspondiente al mes anterior. Fue en esta caja de resonancias, gloria de glorias, donde aprendí en mis primeros años todas las malas palabras que debía tener en su léxico cualquier habanerito en ciernes.
Más que edificio, aquello era un solar vertical. Pero el solar interminable, que —mirado desde abajo— quería perderse en el cielo como la columna infinita de Brancusi, me regaló una tía y el consecuente par de primas, así como un resquemor por el chisme y los elevadores viejos y, para mi sorpresa, a décadas de distancia, aún me trae recuerdos entrañables.
Este blog se pudo haber llamado 25 y G. Hago constar.
6 comentarios:
http://elblogdereinaldoarenas.blogspot.com/2008/11/mi-generacion.html
Yo pasaba todos los dias por ahi para ir al Saul Delgado.Recuerdo que en la otra esquina de G y 25 estaba la residencia de los estudiantes de medicina y estos tiraban por la ventana sendos cubos de agua enjabonada, almohadillas sanitarias y algun que otro estudiante...la cocina del comedor olia a vomito...
Muchas veces cambiamos la ruta y nos ibamos por la calle 23...
Recuerdo esa esquina nítidamente. Y el edificio al que Boustro hace referencia.
El edificio de 25 y G, de 21 pisos, nunca llegó a estrenarse por parte de sus legítimos dueños. Lo visité cuando "Fifo" lo entregó generosamente --como se regala lo que no es de uno-- a la FEU para residencia de estudiantes. Lo intervinieron (se lo robaron) cuando estaba casi terminado. Eran los apartamentos más bellos que nadie pueda imaginarse. Y en que lugar!
Ahora, ya pueden leer el comentario del anónimo de 8:32 para darse cuenta como terminó la aventura.
Saludos
Hoy me paso con ficha...
En el Palace, me pasaron muchas cosas.
Saludos
F.C.
ale: parece que hay varias gentes por aca que conocen de nuestra esquina. yo realmente tengo, en la inmensa mayoria, recuerdos malos del Palace. Pero hay uno del cual me recordaba ayer, cuando monte un ascensor aqui (en el pais nordico en que estoy) y mi chiquito se asusto porque era como de los 80 y el penso que se iba a trabar y recorde que de 7 anos se trabo el elevador, una de las muchisimas veces, pero quedo a un 1/4 del espacio y me tuvieron que sacar por ahi. Brincar desde ahi a que me agarraran en el aire con cuidado de caerme por el hueco hacia abajo. de mas esta que el resto de mi vida es entre panico a los elevadores y valentia absurda pensando que no puede haber peor.
lila
Chino:
Aqui te dejo, estas notas
como tu has solicitado,
no se si estas tendran la calidad requerida,
las hago de corazon es la historia de mi vida
Habran mas si tu las quieres
pues por coincidencias raras
de donde llegaste fui y
a donde fuiste yo estaba
Seguro nada te extranna
de lo que en mis notas cuento pues es lo mismo que viviste solo mas lejos en el tiempo.
Omar
El Palace de G y 25...
En ese edificio estaba lo que fue la residencia de uno de mis tíos, periodista por más señas, y expedicionario de Cayo Confites. Hecho que recuerdo perfectamente, no por sus valores Bla.Bla Bla.....sino por un accidente personal que me dejo una cicatriz en la cabeza, cuando me puse las botas del tío que le dieron en Cayo Confites, cuando salio de
La Cabaña, Eran tan grandes, que me las puse sin esfuerzo, y yo tan chiquitito que me resbale y caí de la Iglesia de Jesús del Monte y me rompí la cabeza.
Desde aquel tiempo sentía mucha admiración por el tío, claro no por mi caida, sino por su aventura, y visitar ese edificio y ser recibido por el tío, era el mayor de los honores para nosotros los sobrinos.
Un día en una de esas visitas, me regalo la Republica de Platón., y nunca lo leí, ni siquiera lo hojee. En aquel tiempo, era yo estudiante de Ciencias Políticas de La Universidad de la Habana, y el Co. Aldana (no se si lo recuerdan) me había dicho personalmente que todos esos libros eran basura burguesa, y que leerlos me iban a confundir aun mas de lo que yo estaba.
Evidentemente yo estaba muy “ confundido’, según el tovarich Aldana (perdón quise decir compañero) tan confundido como lo estoy actualmente,
Claro que me resultaba difícil identificar a Platón con las teorías burguesas comentadas por un tribuno marxista, y quizás porque el Co. Aldana, era un cuadro militante de la Juventud Socialista y tenía cierto poder, era mejor evitar choques con el y sus ideas filosóficas.
Fíjense a donde llego después, aunque se cayo de todas maneras, estaba yo claro de no chocar con el y dejar al tío y Platón tranquilos.
Este mismo tío, que después estuvo exiliado en USA, durante la etapa de Batista, nos contaba del triste papel jugado por el Comandante en Jefe, en Cayo Confites.
Yo desconfiado como soy, casi paranoide, creía que eran relatos producto de su envidia y sus fracasos, pero parece que mas bien lo hacia por caridad con los sobrinos para que idealizáramos al aguerrido Comandante, y vacunarnos contra el llamado» culto a la personalidad” pues parece que Stalin no le caía nada bien.
De adolescente, eran otros tiempos, de ser guiados por los mayores, y por aquella misma vía, pasando frente al Edificio Palace, la casa de mi tío, mi abuela Chunga, me llevaba al medico en el Hospital Reina Mercedes, bautizado después Fajardo, y nos decía que esa era la calle de su Presidente José Miguel Gómez "Tiburón", que se bañaba pero salpicaba, y que era cierto que malversaba a la a dos manos , pero que le daba a los demás, .es decir según ella a los pobres. A mi no me pregunte pues no puedo siquiera imaginar como lo hacia...
Primeras lecciones de política familiar para aprender a admirar ladrones de altas esferas.
Ya mas grande y con novia “con consentimientos “por allí nos dirigíamos hasta la Escuela de Filosofía y Letras Martín Dihigo, y ya tarde en la noche al regresar, por la misma vía, detrás del Calixto García, bajo los frondosos árboles de la Avenida de los Presidentes rendíamos culto al Eros tropical, exacerbados por nuestra juventud, más bien de ella, pues ya yo entrado en la treintena.
Muy cerca de allí, de ese lugar mi padre también hizo su historia, como escolta del Príncipe fue atacado por presos comunes que trataron de asesinarlo para quitarle su arma de reglamento.
Pobre hombre, de origen campesino, nombrado policía por Antonio Guiteras en una plaza de alto riesgo y sin ninguna consideración social, apesar de ser gentil y amigo de muchos presos políticos que tuvo que tuvo que proteger.
Si, esa esquina me trae muchos recuerdos, tantos como le esquina de Neptuno y Belascoain donde pase toda mi adolescencia y mi juventud y me inicie en mis labores de venta de vendedor en la tienda La Popular de Manuel Canoura, presidente de la Artística Gallega, y después en los portales de Belascoain, desde Neptuno hasta San Miguel frente al Café el siglo XX y la Casa Prado. Pero esta es otra etapa que les contare en otra ocasión
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