La ninfa inconstante —al igual que Tres tristes tigres y gran parte de (o quizá toda) la obra de Cabrera Infante— pide, al menos, dos lecturas: una, en voz alta, para deleitarse con la riqueza verbal, los juegos de palabras, los infinitos trucos y vericuetos por donde conduce el autor a quien se aventure en sus múltiples laberintos; otra, mesurada: para repasar la trama sin apuros y recorrer una Habana —ese estado de ánimo, esa forma de ser, ese espejismo— que desde hace mucho tiempo sólo existe en la obra de nuestro Infante difunto.
Estoy inmerso en ambas lecturas. Prometo en días venideros colgar un comentario a modo de reseña. Mientras tanto, remito a los lectores a sendos textos de Zoé Valdés y Ernesto Hernández Busto.
7 comentarios:
Ahora sí me mataste de envidia.
Enjoy! (my suffering)
Hug
CRA
http://tirofijomalanga.blogspot.com/2008/09/una-de-actualidad.html
Literatura a un lado, compara ésta, tu foto actual con la que nos regalaste hace unos días: con el pulóver del pato Donald frente al televisor. ¡Son igualitas!
Besos,
QF
CRA:
Tranquilo, que te tengo una sorpresa. Ah, pero ya no es sorpresa si te la anuncio. Qué cabeza la mía.
Mi querida QF:
Sólo a ti se te ocurre esa comparación. Te llamo en diez minutos.
Besos,
A
Pronto lo leo, ese libro, ya por ahí encontré un pedacito.
Ya hice el pedido, ahora a esperar...
Saludos
F.C.
Te felicito, querido Bustro, qué suerte. Espero por tu reseña.
Deliciosa tu foto.
¡Quèplacer me da verte, tan feliz! Gracias por citar mi artículo. Disfrútala, la gran novela.
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