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martes, septiembre 30, 2008

Oda al Granma

Granma ha sido autorizado
a informar que no hay aumentos
de precios (y no hay inventos
para paliar el estado
de las cosas del Estado).
Granma no quiere un enredo
y no va a mover un dedo
sin que le orienten de arriba.
Viva el Comandante, viva…
¡el pueblo muerto de miedo!
***
Y dice Tirofijo:
¿Granma? ¿De qué estas hablando?
Del barquito de Fidel,
o de aquel suave papel
que usabas en Cuba, cuando
en silencio y observando
las normas de urbanidad,
dabas a tu humanidad
el placer de liberarse,
y después de defecarse
era una divinidad.
***
Granma ha sido autorizado
por las más altas instancias
a repetir sus más rancias
tiradas contra el mercado.
Congela el descongelado
los precios del pimentón,
del plátano, del melón
y baja el de la guayaba:
del Granma para la jaba,
cortesía del Ciclón.

lunes, septiembre 29, 2008

Sobre crímenes de lesa humanidad

Reproduzco una carta abierta de Arnoldo Tauler.
***

CARTA ABIERTA A LA COMUNIDAD HUMANA

Miami, septiembre de 2008

John McCain, Senador de los EE.UU. y candidato presidencial
Barack Obama, Senador de los EE.UU. y candidato presidencial
Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas
Philippe Kirsch, presidente de la Corte Penal Internacional
Jakob Kellenberger, Presidente de Cruz Roja Internacional
Carlos M. Gutiérrez, Secretario de Comercio
Mel Martinez, Senador U. S.
Ileana Ros-Lehtinen, U. S. Miembro del Congreso
Lincoln Díaz Balart, U. S. Miembro del Congreso
José Miguel Vivanco, Director, Human Rights Watch
Cubanos y organizaciones cubanas en el exilio
La democracia amante de los pueblos
Y todos los demás.

El pueblo de Cuba, ahora más que nunca, se está muriendo de hambre.

Su líder, quien disfruta de toda comodidad personal, ha rechazado la ayuda externa empleando el pretexto de la soberanía nacional, que en realidad esconde su vanidoso egocentrismo.

Como resultado de ello, el pueblo de Cuba ha sido condenado al exterminio masivo.

Su gobierno merece ser condenado por genocidio y por crimen de lesa humanidad.

El crimen, que se enumera en el Estatuto de Roma y la Corte Penal Internacional, es el siguiente:

Asesinatos en masa, la imposición intencional de condiciones
(supresión de acceso a los alimentos y la medicina) que están
destinadas a destruir una parte de cualquier población.
El genocidio o asesinatos en masa es un delito en virtud del derecho internacional.

La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su Resolución 96 (I) de 1946, define este delito como: “una negación del derecho de existencia de grupos humanos enteros”.

La resolución 260 A (III) fue ratificada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, que entró en vigor en 1951. El sentido de la misma confirma los Estatutos de Roma y su definición de crímenes de lesa humanidad.

El proyecto de resolución de las Naciones Unidas determina medios de castigo para esos crímenes. La humanidad no puede permanecer impasible ante estos hechos incalificables que claman por un castigo.

Cualquier medio que la comunidad internacional pueda emplear para detener y castigar estos delitos será bien acogida.

Arnoldo Tauler
e-mail: tauler@bellsouth.net
www.barlet.com/tauler/index.asp

Por favor distribuir ampliamente este mensaje.

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Pon tu grano en esta obra
que te mantiene informado
de las cosas del Estado…
y, sin embargo, no cobra.
Lo que está en falta no sobra
y aquí no abundan donantes,
pero sí los visitantes
y hay hackers para hacer olas.
Aquí no se corren bolas…
¡Colaboren, diletantes!

domingo, septiembre 28, 2008

Performance: Las Damas de Blanco en el Metropolitan Museum of Art (MET)







___
Obra y performance: Ivan Arocha
Lugar: Metropolitan Museum of Art (Nueva York, NY)
Fecha: 27 de septiembre de 2008 (3-5 p.m.)
Fotos: Alexis Romay

sábado, septiembre 27, 2008

La muerte de Castro referida por varios escritores cubanos, años después — o antes (VII)

El caimán imberbe

LA HABANA. “Fidel”, dictador cubano de una especie en extinción, murió en la capital de Cuba después de casi 50 años de aferrarse al poder.

10:41 AM – LA HABANA. “Fidel”, una rara especie de comunista cubano que llevaba más de 40 años haciendo vivir a los habitantes de la isla en condiciones mucho más precarias que las que encuentran los animales del zoológico de El Bronx, murió de vejez —luego de alcanzar en vida el estado máximo de putrefacción—, según informó la jefatura del país, que funciona como centro recreativo y de conservación natural de diversas variantes de la izquierda planetaria: la romántica europea, la rabiosa latinoamericana y la cínica estadounidense. El mandatario, que dejó en la viudez a “Delia”, pertenecía a un grupo de su género en extinción, según explicó un vocero de la gran jaula flotante.

“Fidel” fue traído a La Habana el 8 de enero de 1959, procedente del este del país y procreó hijos con “Delia” —y otras que aquí no mencionamos— a la que encontró (en circunstancias que no vienen a cuento) en el lugar. Las crías de ambos fueron enviadas a varias ciudades de los Estados Unidos y Japón como parte del programa de conservación de dichas especies.

Los verdaderos comunistas cubanos no sobrepasan los grupos de 5 personas por cada cien mil metros cúbicos, pero son muy agresivos y se les considera una de las especies más “peligrosas” de la fauna.

Sólo se les encuentra en Internet —con infinitos pseudónimos usados por una misma persona— y en manifestaciones en el Protestódromo de La Habana —mientras esperan disimulada y disciplinadamente su turno en la lotería de visas a Estados Unidos—. En ambos casos, la población salvaje se calcula entre 3 mil a 6 mil ejemplares.

A los comunistas cubanos se les conoce científicamente como “Hypocrytus coprofagus”, están entre los más insignificantes del mundo y gustan de vivir en las zonas más restringidas de la jungla: a saber, el Vedado, Miramar…

Entre sus especies más cercanas o “parientes” están los chavistas y las amebas más evolucionadas.

***
Guiño al lector: “La muerte de Castro referida por varios escritores cubanos, años después — o antes” está basada en “La muerte de Trotsky referida por varios escritores cubanos, años después ― o antes”, del libro Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante. Los textos citados y/o parafraseados en “La muerte de Castro…” han sido usados sin permiso previo de sus autores. El de hoy, pertenece a:

Cruz Tejada, Miguel. “¡Murió Fidel!… un cocodrilo cubano que llevaba 40 años en el zoológico de El Bronx”. El Diario/La Prensa. 26 de septiembre de 2008.

viernes, septiembre 26, 2008

La ninfa inconstante

Quiero hacer público mi agradecimiento a la actriz Miriam Gómez —viuda de Guillermo Cabrera Infante—, por la gentileza de haber gestionado el envío a mi persona de un ejemplar de la novela póstuma de GCI, que me llegó —para mi enorme vanidad y sorpresa— varios días antes de que saliera a la venta. Extiendo mi agradecimiento también a Galaxia Gutenberg y, en específico, a la editora de su sello Círculo de Lectores, por encargarse de que el libro llegara sano y salvo a mi lado del Atlántico.

La ninfa inconstante —al igual que Tres tristes tigres y gran parte de (o quizá toda) la obra de Cabrera Infante— pide, al menos, dos lecturas: una, en voz alta, para deleitarse con la riqueza verbal, los juegos de palabras, los infinitos trucos y vericuetos por donde conduce el autor a quien se aventure en sus múltiples laberintos; otra, mesurada: para repasar la trama sin apuros y recorrer una Habana —ese estado de ánimo, esa forma de ser, ese espejismo— que desde hace mucho tiempo sólo existe en la obra de nuestro Infante difunto.

Estoy inmerso en ambas lecturas. Prometo en días venideros colgar un comentario a modo de reseña. Mientras tanto, remito a los lectores a sendos textos de Zoé Valdés y Ernesto Hernández Busto.

Bienvenido al futuro

Yaniubis, Yandro, Yasmier, Yanisleidis,
Yesenia, Yunior, Yaima, Yanet, Yolka,
Yormaikel, Yamilet, Yaritza, Ydolka,
Yania, Yusniel, Yamilka, Yudisleidis,

Yordanis, Yeimer, Yusimí, Yudeisy,
Yanier, Yoandry, Yarianna, Yunieski,
Yargelis, Yasmary, Yampier, Yulieski,
Yanisbel, Yurismay, Yosiel, Yaneisy,

Yudania, Yankiel, Yarelis, Yamaika,
Yadonis, Yoanka, Yadiel, Yumari,
Yanitzia, Yordenis, Yennis, Yuliani,

Yenina, Yurisbel, Yadir, Yunaika
Yusidei, Yurisbels, Yankiel, Yaimari,
Yagnelis, Yassier, Yan, Yoan:
Yoani.
___
Nota: Es obvio que todos estos nombres son inventados. Pero no por mí. La mayoría figura en la nómina de atletas cubanos que participaron en las Olimpiadas de Beijing 2008.

En la foto: Yoani Sánchez, ganadora del prestigioso Premio Ortega y Gasset 2008, en la categoría de Periodismo Digital, por su blog Generación Y.

jueves, septiembre 25, 2008

Damas de Blanco en el Metropolitan Art Museum

La instalación Mujeres y flores, recreación de las Damas de Blanco, del artista cubano Iván Arocha, se presenta este viernes 26 y el sábado 27 de septiembre, de 3:00 a 5:00 de la tarde, a las puertas del Metropolitan Art Museum: Quinta Avenida entre las calles 79 y 84, en Manhattan, Nueva York. (La entrada principal está cerca de la calle 80. No hay perdida posible). Se solicita que los interesados asistan vestidos de blanco y se sumen a la instalación.

Lo que se dice: una ocasión para celebrar.

Quienes vayan a ir: cuenten conmigo.
___

Testimonio de los silentes

El festín terminó, pero nosotros
aun seguimos flotando en un nicho intermedio.

Fuimos gigantescas marionetas mutantes,
rompimos los cristales del vecino indefenso,
pellizcamos al tuerto, pisoteamos al loco,
escupimos al cielo con una rabia inédita,
bailamos del reflejo universal de cada charco.

Prohibimos el eco, si el eco era distinto.

Nos embriagó el mar:
sus decenas de muertos,
sus peces solidarios,
su calma relativa.

La textura de la sal nos invitó
a mantener la cabeza en los hombros,
la mentira acentuada,
el tubérculo en tierra.

Nos declaramos mudos, homofóbicos,
literatos modernos, asesinos del bien,
defensores de un millón y dos causas fantasmas,
estatuillas de cal, grandes héroes de seda.

No hay nada que temer.
Por lo pronto
vivimos en complicidad

con la métrica madura del silencio.

miércoles, septiembre 24, 2008

Pie de foto, cortesía de…

A la izquierda: Tin Cremata,
y Adelaida que lo abraza;
Fowler se desembaraza
de Barnet (que se arrebata);
con su cara turulata,
estrena barba Abel Prieto;
Jorge Gómez, indiscreto,
repite un chiste banal…
Todos prefieren Cristal
¡cerveza del inteleto!
***
Y dice Tirofijo:
A Tin nunca antes los vi
pero su cara Cre-mata.
Adelaida se retrata
entre él y Barnet. Aquí
casi no se ve el Totí,
mas de algo será culpado.
Jorge Gómez, abrazado
a un tipo, al otro en voz baja
dice: “busca una navaja
porque Abel no se ha afeitado”.

Esquirlas (es decir, fragmentos) de Raúl Castro, durante el juicio a Ochoa (Causa 1 de 1989)

El general se cepilla
los dientes
en el espejo.
(Esos dientes de conejo
¡no son dientes de pepilla!).
Con frío en la rabadilla,
lleva a conocer el miedo
—y lanza al medio del ruedo—
a un general en desgracia:
con plomo a la aristocracia
se soluciona el enredo.
***
Y dice Tirofijo:
Un ajuste de pandilla,
como en otras ocasiones,
en que uno de los matones
nos lo cuenta y se cepilla
los dientes. Pugna de orilla
en donde no hay parte buena.
Entre un lobo y una hiena
no hay por qué sentir dolor:
que se maten, por favor.
Sólo el cepillo me apena.
___
autor de la obra: César Beltrán
técnica: óleo sobre lienzo

martes, septiembre 23, 2008

Un trío de raperos le explica —al unísono y a capella— su quehacer al Comandante

El rap (pero no se duerma)
es un ritmo contagioso,
no es bonito ni es sabroso
y su cadencia no merma.
—El rap es fuego y esperma…
—Es arte controvertido…
—Comandante, ¡se ha dormido!
—¡El rap despierta a las masas!
—No nos confisque las casas.
—¡Tenemos fe en el Partido!
***
Y dice Tirofijo:
Estos “Orichas” siniestros
andan todos los caminos
con sus torcidos destinos
retorciéndonos los nuestros.
En “hacer ruido” son diestros
y aún más diestros son mintiendo:
“somos libres” van diciendo
y la ensangrentada mano
del régimen, del tirano,
aún continúan lamiendo.

lunes, septiembre 22, 2008

Hipótesis falsa

La verdad no es tan sensible
a todo cuanto acontece:
discrimina y desmerece
lo que se antoja imposible.
La verdad ineludible
naufraga a medio camino
entre tino y desatino,
entre sosiego y espanto,
entre la risa y el llanto,
entre el silencio y el trino.
***
Y dice Tirofijo:
Desaliento
La verdad tiene la suerte
magra de una bufonada.
Su destino es ser negada
y condenada a la muerte.
En un paria se convierte
a aquel que en vano la ofrezca,
y aunque mi esfuerzo merezca,
viendo todo cuanto veo,
la verdad es que no creo
que la razón prevalezca.
***
Y dice Heriberto Hernández:
Falta de aliento
No creo que a la verdad
corresponda tal destino.
Habla usted del desatino,
del ego, de la maldad.
Es la falta de humildad
que en vano quiere opacar;
el vacío, el muladar
en que naufraga su aliento.
Es la falta de talento
que no se puede ocultar.

domingo, septiembre 21, 2008

Alexis Romay: imágenes de archivo

Aun sin sacudirme el consabido polvo de las manos, aprovecho la oportunidad para agradecer a mi madre y mi hermana por rescatar —de ese lugar común que es el olvido— las fotos que siguen, así como por haberse tomado a pecho la tarea de entregármelas en el mejor estado posible.

A los curiosos: ahí me tienen, en mis facetas tempranas de lector, ajedrecista —enfrascado en aperturas y defensas muy poco ortodoxas— y mostrando fuertes inclinaciones hacia el diversionismo ideológico (palpables en el pulóver con la efigie del aburrido Pato Donald, cuyo consumo estaba contraindicado por aquel entonces en Cuba).


Alexis Romay, lector (a los dos años de edad)

Alexis Romay, ajedrecista (a los dos años de edad)

Alexis Romay, ajedrecista (a los dos años de edad)
Alexis Romay, ajedrecista (a los dos años de edad)

Alexis Romay, diversionista ideológico (a los tres años de edad)

sábado, septiembre 20, 2008

¿Qué pensarán de nosotros en Japón?

Transcribo (y subscribo) un comentario de César Reynel Aguilera sobre ¿Qué pensarán de nosotros en Japón?, ese excelente libro de Enrique del Risco, con el cual ganara hace unos meses el Premio Iberoamericano de Relatos “Cortes de Cádiz”.
***

En Cuba usamos la frase “sacar un sable” para referirnos a una sorpresa que llega envuelta en palabras. Termino de leer estos cuentos y quedo con la sensación de haber paseado por una impresionante galería de armas blancas. En este libro —además de sables que cuelgan en las paredes— hay una Katana que corta enloquecida en el metro de Nueva York, una navaja que salva vidas, y un cuchillo que apunta, con dudas, al viejo dilema de ser libres matando. La sorpresa más grata, sin embargo, que dejan estas historias es la comprobación de un viejo adagio: nada corta mejor que una página bien escrita. La prosa de Enrique del Risco destella honestidad y elegancia, tiene el filo de una hoja forjada sin excesos, hecha con golpes de inteligencia y puesta a enfriar con un gran respeto por el lector. La risa que salta en cada uno de estos relatos tiene la rara cualidad de dar alegría sin caer en la burla o el cinismo, de hacernos creer que en el Japón los machetes son un despilfarro de acero.

César Reynel Aguilera
autor de R.U.Y.

Collage revolucionario

Barbaridad, atropello,
nepotismo, negligencia,
Radio Martí, interferencia,
la reinvención del camello,
varios gritos de «a degüello»,
un trovador aburrido
que es más miembro del Partido
que el payaso en la palestra,
la mierda a diestra y siniestra
y el pueblo que hoy no ha comido.

viernes, septiembre 19, 2008

Cada uno a su oficio

(a QF, que me deja comentarios anónimos)

Al combate, bayameses;
cada hueso, a su esqueleto;
libretista, a su libreto;
ardillas, a cascar nueces;
a la montaña, cipreses;
los castristas, al castrato;
la ingratitud, al ingrato;,
al guateque, bailadores;
a libar, los ruiseñores;
¡zapatero, a su zapato!
***
Y dice Tirofijo:

Al sitio el oportunista
en que más pueda obtener
y al infierno el comunista
que lo suele sostener.
Al “Versalles” a beber
café cubano, indolentes,
los necios e intransigentes
que tras una agenda mítica
solo hablan de política
sin pensar en los dolientes.
***
Ilustración: Moni Pérez.

jueves, septiembre 18, 2008

¡Eh! ¿Ratas?

¿Te gusta coincidir con los etarras?
¡Que no! ¿Qué cosas ladras, imprudente?
Presta atención, despierta, ¡ajusta el lente!
Donde dice alcachofas, va alcaparras.

Mi corrector de estilo me ha trocado,
me lanza sobre arenas movedizas:
cuando escribo cenit, pone cenizas;
temo que cambie sueldo por soldado.

La confusión es hija de este inepto
—hipócrita lector, prójimo, hermano,
que donde digo innato, pone ingratas

y roba a mis palabras su concepto—,
autor de aquel primer verso malsano...
¡Me angustia convivir con las erratas!

***
Nota al pie:

No es mi intención jugar con el dolor ajeno. Estoy en contra de todo tipo de terrorismo —incluido el terrorismo de estado, que con tanta eficacia practica (por poner un ejemplo que me toca de cerca) el gobierno cubano— y condeno todas y cada una de las atrocidades perpetradas por ETA.

La intención del texto que precede a esta nota es demostrar la fragilidad —o volatilidad— de la expresión escrita. Mal que nos pese, el escritor está a merced del corrector… y viceversa. Luego de casi una década de trabajo editorial, he visto horrores —en este caso, en sentido literario— que van desde reseñas a Cien anos de soledad —que imagino ha de ser una soledad abrumadora— hasta la conversión de un país —el mío— en un instrumento que se usa para cargar agua. A esos deslices debo este soneto.

Habría preferido no tener que escribir una nota aclaratoria, pero hay cada personaje denso por ahí que es mejor anticipar con la venda la herida. Aún así, caerá su tiñosa.

Sin más que añadir… Sin… mas, ¿qué añadir? Redundo y me despido.

miércoles, septiembre 17, 2008

Solariega

Esa chancleta de palo
que en el solar chancletea
(con lluvia, viento y marea)
y pone el picheo malo
sin preludio ni intervalo,
es réplica fidedigna
de la isla de la consigna:
chancleta magnificada,
esencia de la camada.

¡Esa chancleta maligna!

martes, septiembre 16, 2008

Fragmento de diálogo entre dos cubanos (uno, exiliado; el otro, emigrante económico)

—¿Quién ha firmado esa carta?
—Fulano (que es anarquista)
y Mengano (un hedonista
que estuvo un mes en Esparta).
—¡Pues que mal rayo lo parta!
—¿Al anarco? ¿Al espartano?
—¡Al que me llamó “gusano”!
—Es que los dos suscribieron…
—¡Pues conmigo se jodieron!
—Cógelo suave, mi hermano…

lunes, septiembre 15, 2008

Harry Potter y la conjura de las cartas abiertas


A propósito de las recientes iniciativas ciudadanas capitaneadas desde el exilio en uno y otro caso por Ernesto Hernández Busto y Jorge Salcedo —esto es: la carta abierta a Pablo Milanés (que le pedía al cantautor oficialista que intercediera por la libertad del rockero Gorki Águila) y la carta abierta a los gobiernos de Cuba y Estados Unidos (en la que se solicitaba que, al menos temporalmente, ambas partes levantaran las restricciones a la ayuda humanitaria a la isla)—, me ha venido a la mente una escena que figura en la primera película de Harry Potter: la casa de la familia Dursley —donde malvive el protagonista de la serie— es inundada de cartas en donde se le notifica al futuro mago que ha sido aceptado en Hogwarts, una prestigiosa escuela de hechicería. Al principio, el despótico tío Vernon —que milita, ya se entiende, en el bando de los que odian y destruyen— ignora el insistente aluvión de sobres que parecen salir de todas partes, e intenta continuar su existencia al margen de lo que acontece, pero por más que hace el malvado pariente para echar a un lado la abrumadora realidad, más pronto que tarde y muy a su pesar —ya una vez que su casa se asemeja a una sucursal de cualquier oficina de correos—, éste se ve obligado a acceder a que su sobrino matricule en dicha institución.

He aquí un paralelo impreciso respecto a la situación en Cuba, pues Castro —cualquiera de los dos— no es el malhadado y torpe tío Vernon, sino el mismo Lord Voldemort, Aquél-Que-No-Debe-Ser-Nombrado. Pero al margen de la ligera discrepancia, algo tienen en común los dos contextos: tanto el tío Vernon como el gobierno cubano son expertos en desentenderse de cuanto sucede a su alrededor, en aras de mantener una pretendida normalidad. «Aquí no ha pasado nada» parece ser su más importante axioma y se aferran a él con enternecedora devoción.

Pero el quid de la cosa es que sí ha pasado y mucho. La persistencia de las cartas —abiertas unas, selladas las otras— a Potter, Milanés, los gobiernos de Cuba y Estados Unidos... demuestra aquella consabida noción de que tanto da el cántaro en la fuente hasta que se rompe.

Es hora de continuar brindando nuestro apoyo (simbólico y concreto) al pueblo de la isla —el mismo pueblo que nos cubre de epítetos, que es el mismo pueblo que ha sido devastado física y emocionalmente por dos huracanes y medio siglo de barbaridad, atropello, nepotismo y negligencia—; es hora de seguir presionando al régimen para que acabe todas y cada una de sus arbitrariedades destinadas a entorpecer (y envilecer) la vida del cubano de a pie; es hora de inundarlo con misivas que exijan que se respeten los derechos de los habitantes de la isla. El régimen, tarde o temprano, ante la intensa presión y la mirada soñolienta de la prensa internacional, se verá obligado a responder.

La voz está dada: carteros de todos los países, ¡uníos!

domingo, septiembre 14, 2008

La imaginación

Mi gratitud a Raúl Ciro, que me recomendó este corto de desbordante imaginación.

Retrato a mano alzada del signatario

La firma del “Presidente”,
más que firma, florilegio
de “niña bien” de colegio
de gente fina y decente.
El general influyente
en el asunto cubano
—influido por su hermano—
se esconde tras bambalinas,
pide ayuda y vitaminas...
con el garrote en la mano.

sábado, septiembre 13, 2008

Enrevesamientos

- A equino otorgado en acto de buena voluntad no es menester practicarle examen exhaustivo en los molares.
- A quien despierta al alba, su demiurgo le asiste.
- Bajo el lecho yace el ofidio. ¡Aguarda!, que te inocula y se escabulle.
- La felina María Ramos, lanza el proyectil y oculta la extremidad delantera.
- En la morada del forjador, daga de madera.
- Gana reconocimientos y luego entrégate a los brazos de Morfeo.
- No llevan gran ventaja los de la vanguardia si quienes van a la zaga andan a buen paso.
- Cleptómano que hurta de cleptómano merece un siglo de clemencia.
- Más conoce el maligno por longevo que por maligno.
- Descendiente de felinos acecha roedores.
- Cuando el daño es intestinal de nada sirven frutas tropicales que aún no han madurado.

Se aceptan colaboraciones.
***
Y dice César Reynel Aguilera:
- A equino dado en dadivosa dádiva no se le hacen análisis maxilofaciales.
- Postrer al lecho yace la sierpe, precaved que os lacere y se disipe.
- Untum maladem un evacuatorum est non valet un matures Guavas. (Lo que dijo Villaverde en latín al salir del hospital de Cocosolo).
***
Y dice Manuel Sosa:
- La sapiencia de Lucifer radica en la experiencia que deviene de su senectud y no en su condición mefistofélica.
***
Y dice F.C.:
- H2O que no habrás de ingerir, déjala fluir.
- Búscate un hijo del celeste imperio que te instale una habitación.
***
Y dice Max:
- Crustáceo decápodo marino que al entregarse a los brazos de Morfeo en el lecho marino es víctima de traicioneras corrientes que lo arrastran a los abismos insondables.
- Homo sapiens recién llegado a la vida que al no expeler lágrimas y alaridos exasperantes se le exime de succionar de la ubre materna los nutritivos fluidos que lo alimentan.
***
Y dice anónimo:
El que con infantes pernocta, excrementado alborea.

jueves, septiembre 11, 2008

Réquiem por Nueva York

Estuve al menos media hora en uno de los vagones del metro N, en mi trayecto rumbo al sur de Manhattan, varado en algún punto impreciso entre las estaciones de la calle ocho y la calle 14. En aquel entonces no tenía teléfono móvil. (A decir verdad, no creía en los teléfonos móviles: me irritaba sobremanera la gente que andaba arriba y abajo en cuchicheo perenne con Dios sabe quién al otro lado de la línea). Horas después, aclaradas las dudas, comprendería que de poco me habría valido una conexión celular. Casi todos los circuitos telefónicos en ese momento estaban incapacitados.

Al principio no nos dijeron nada. Por suerte o por desgracia, mis años en Cuba me habían familiarizado con la vaguedad como método de información, así que intenté ignorar aquel desconocimiento que nos mantenía, en su forma más literal, bajo tierra: las autoridades ferroviarias habían optado por preservar la calma en el submundo. Ya al cabo de cinco minutos, cuando la parada irregular se había extendido mucho más de lo acostumbrado, empezaron a anunciar por el sistema de altoparlantes que debido a una congestión al sur de Manhattan estaban demorando —y hasta desviando— los trenes que iban al área de Wall Street.

¿De qué tipo de congestión hablaban? Se referían al hecho como algo que ocurría “above ground”. La manera en que decían “above ground” me pareció un poco melodramática: más apropiada para una película taquillera del Hollywood más comercial. «Estos americanos», pensé. Por otra parte, ¿cómo era posible que un disturbio sobre tierra pudiera afectar a quienes viajábamos —ajenos a todo— en sus entrañas? La claustrofobia empezó a generar preguntas que, por el momento, iban a caer en saco roto. Sin otra alternativa, regresé a la lectura de turno, que era, con toda probabilidad, algún escritor del Boom latinoamericano, a quienes tuve que (re)leer para (mi desdicha y) la maestría en esta olvidada lengua que cursaba por aquel entonces.

Pasado un tiempo incalculable, le dieron luz verde al tren. Recuperó el ritmo y en par de minutos se puso en la estación de la mentada calle ocho. Bajaron varios pasajeros, pero —esto debió haberme sorprendido— el flujo fue unidireccional: no subió nadie a repoblar mi vagón. No presté atención al detalle. ¿Qué se podía esperar de un martes común y corriente?

El tren siguió su curso como si nada hubiese pasado; como si la media hora que nos retuvo en ese limbo subterráneo perteneciera a otra vida, a otro tiempo. Casi automáticamente empecé a ensayar la excusa que le daría a mi jefa para amortiguar la tardanza. ¿Me creería? ¿Media hora atascado en tierra de nadie? A otro perro con ese hueso. La próxima parada era la mía. Me quedaba en Prince, esquina a Broadway. Mi trabajo por aquellos días estaba a unos pasos de la boca del metro: en la calle de los teatros, entre Prince y Spring. Por lo general, salía como un sonámbulo del tren, inmerso en las páginas de algún libro —cualquier libro—, con pleno conocimiento de la distancia entre cada peldaño de la escalera del Subway, dueño de cada olor que emanaba del superpoblado Downtown neoyorquino, experto en evitar a todo tipo de transeúntes sin despegar la vista de las páginas que me ocupaban.

Esa mañana, a la salida del metro, tropecé con un escalón a desnivel —esta imagen la insertaría en mi novela—; levanté la vista y di con una multitud corriendo rumbo norte por Broadway. Eran poco más de las nueve de la mañana. No supe qué pensar ante el panorama. Así que regresé al libro. Pero la lectura duró un segundo, quizá menos: esta vez fue el olfato y no el tumulto lo que me devolvió a la realidad: nos rodeaba un olor intenso, como a ¿pelo quemado? Luego vi una columna de humo que subía desde algún punto que no pude determinar, a unas veinte cuadras de la esquina a la que me habían llevado el metro y mis desorientados pasos.

Lo primero que me vino a la mente —en ese instante me pareció lógico y ridículo a la vez— fue que estaban filmando alguna película de ciencia ficción. Parecía una escena sacada de Godzila: un pánico generalizado que se mezclaba con mi desconcierto: ¿de qué huía la gente en desbandada? ¿Y por qué había otros que iban en dirección contraria, rumbo al humo y la debacle, aferrados a sus teléfonos, marcando números que ya habían recibido su última llamada? Dale con Hollywood y su empeño en hacer que las cosas parecieran reales. Por lo menos podían haber avisado, que uno sale del tren y no tiene ni idea… Pero no vi cámaras por ninguna parte. «¿Qué pasa?», pregunté al azar. «Nos atacan», me gritó uno sin detenerse.

Eché a correr al norte del infierno. (Coincidencia irónica: unos meses más tarde, traduciría una excelente novela que lleva ese título). No me detuve hasta el entronque de la calle 14 y la sexta avenida. Hasta ese momento no sabía de qué me alejaba; corría por inercia, como si fuera un extra de esa película que aún no lograba comprender; tampoco, hasta entonces, habría imaginado que podía correr tanto. En la esquina de la 14 y la sexta, la gente se estaba congregando para ver el fin de una era. Ya se había desplomado la primera torre. Alguien mencionó que la segunda caería en breve. Aparté la vista. (Hay imágenes que prefiero evitar). Escuché un suspiro general. Un grito aquí, una maldición allá y una conmoción en la atmósfera me confirmaron lo que ya temía: la segunda torre se estaba desmoronando.

Caminé al oeste por la calle 14 hasta llegar a Lectorum, la librería que me había recibido en mil y una ocasiones felices desde mi llegada a Manhattan; me recibieron con caras largas; pedí el teléfono; llamé a casa y hablé con la amiga que había vivido intensamente mi fuga de Cuba, dos años de noviazgo conmigo y que en unos meses se convertiría en mi esposa. Le dije que, salvo causa mayor, no se moviera de ahí. Que iba a su encuentro. Deambulé hasta la calle 50 y la undécima avenida: por esa zona la gente había formado un cordón en la acera y saludaba —¿despedía?— con carteles de apoyo, lágrimas, comida, botellas de agua y cuanto artículo pudiera ser útil a los bomberos, policías y voluntarios que se aventuraban a la Zona Cero.

Seguí andando. Llegué a casa poco antes del mediodía. Aún a esa altura de Manhattan no era difícil oler la muerte. Los helicópteros sobrevolaban la isla, las sirenas aullaban ininterrumpidamente, los teléfonos (que aún servían) no paraban de sonar. Mi novia me recibió con una tristeza desconocida. No puedo precisar cuándo empecé a llorar ni dónde culminó el llanto. El resto del día fue un letargo intranquilo. Empezamos a hacer planes emergentes: a quién llamaríamos en caso de urgencia si no nos podíamos comunicar entre nosotros; dónde nos reencontraríamos si la vida nos lanzaba otra vez ante un escenario (casi) post-apocalíptico... La incomunicación había sido siniestra. La angustia de aquellas horas en que no supimos el uno de la otra fue una de las sensaciones más intensas que había experimentado hasta la fecha. (¿Debo recordar que provengo de Cuba, la tierra de las sensaciones más intensas?).

Esa tarde murieron mi inocencia —gigantesca, no olvidemos que crecí en La Habana— y mi incredulidad y disgusto ante la telefonía celular, y me nació un escepticismo que a ratos me sirve de brújula. El 12 de septiembre de 2001 compré mi primer teléfono móvil. El aparato es lo que en mis años en Cuba era el carné de identidad: una suerte de salvoconducto. Lo llevo a todas partes.

Reza el lugar común que a los amigos se les reconoce en los malos tiempos. La fatalidad tiene ese don de sacar a flote —en alguna gente— los buenos instintos. Hasta el 11 de Septiembre de 2001, la Gran Manzana —con sus aires de capital del mundo, su ritmo acelerado, sus clubes de jazz, su diversidad variopinta, sus barrios segregados, sus tragos cosmopolitas, su rivalidad entre los lados este y oeste, su West Side Story y su Metropolitan, sus viñetas de Woody Allen, su ruido infernal, sus taxistas descabellados, su coexistencia pacífica entre Chelsea y Hell’s Kitchen, su Central Park con la estatua ecuestre de José Martí, sus cubanos de todos los credos y todas las latitudes— no me era indiferente, pero tampoco me era particularmente entrañable: era una ciudad más, desde donde vivía mi destierro con el mayor decoro posible.

Esa tarde —quizá sin proponérmelo—, dejé de ser habanero de un golpe.

Desde entonces, no importa donde viva, sé que soy natural de Nueva York.

***
Alexis Romay
11 de Septiembre de 2008

Levanten las restricciones a la ayuda humanitaria

Me he dormido en los laureles. Al margen de eso, los invito a firmar una carta que defiende «la posibilidad y el derecho de los cubanos en el exterior a asistir directamente a nuestros familiares, amigos y compatriotas en la isla, y el derecho de ellos a recibir nuestra ayuda, al menos en el contexto de esta crisis humanitaria». La carta será enviada formalmente a los gobiernos de Cuba y los Estados Unidos, al congreso americano y al parlamento cubano, a partir de las 12 del día de hoy. Para firmar: aquí.

PD: Toda mi gratitud al imprescindible Jorge Salcedo, que ha capitaneado esta noble iniciativa.

Entre huracanes

Esto lo tomo del blog del imprescindible Enrisco:

Calle 5 del NW y la 63 avenida: Hermanas de la caridad recogen ayuda que enviarán a través de la iglesia. Es increíble la cantidad de gente que va llegando constantemente y no se dice nada. Todo el mundo va tranquilo, sin cubaneo, silenciosamente, van dejando caer las mercancías. Es un luto total y sabiendo que es efectivo pues la iglesia sí lo va a meter dentro de Cuba; no sé cómo es posible que a esto no se le dé divulgación en internet y en otros tantos lugares.

P.D.: Abajo reproduzco un mensaje de Lesbia Varona de la Universidad de Miami referente a cómo enviar ayuda a través de las Hermanas de la Caridad.

Ayuda a las Hijas de la Caridad para Cuba

Querido/a(s) amigo/a(s):

Con el paso de los huracanes Gustav e Ike, nuestra Cuba ha quedado devastada y el castigo todavía sigue. El momento es de unir fuerzas para brindar alguna ayuda. Las Hijas de la Caridad tienen permiso para hacer estos envíos desde hace años, así que es una ayuda directa al pueblo de Cuba. Con una donación de dinero, ellas pueden comprar directamente a mayoristas y así el dinero rinde más. Sor Hilda Alonso, la superiora de la orden en Miami, tiene programado que el próximo viernes salga un contenedor con comida para Cuba, pero si la respuesta de ustedes y de todos en este pueblo es grande, podrá seguir enviando contenedores, que alivien de alguna manera la angustia de nuestros hermanos. También les pido que “pasen la voz” a las personas que conozcan y que quieran contribuir, para que sepan lo que estamos haciendo y tengan un medio directo a donde cooperar. Pueden entregarme su donación contactándome directamente (lovarona@miami.edu) y yo se las haré llegar a las hermanas, pues está entre mis planes, ayudarlas en todo lo posible. Si les es más fácil, pueden enviar su contribución a las Hermanas directamente:

Hermanas de la Caridad
500 NW 63rd Ave. Miami, FL 33126

Gracias y bendiciones,
Lesbia Varona

Otra variante es enviar dinero al Center for Democracy in the Americas
: la información viene aquí.

miércoles, septiembre 10, 2008

Soneto protesta

En Cuba se formó el corre-ve-y-dile
en medio de huracanes y conciertos
y mientras cuentan heridos y muertos...
¿¡Silvio quiere montar su carpa en Chile!?

Si se va con su música a otra parte,
las prisiones cubanas harán fiesta
sin canciones, sin Silvio y sin orquesta
que vaya a predicar amor al arte,

o a la revolución o al socialismo,
amor a las arengas infinitas,
amor al hambre, al miedo y al encierro…

¿Silvio se irá a sufrir el consumismo
con chilenitos y con chilenitas?
Próximo disco: Silvio en el destierro.