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lunes, mayo 12, 2008

Hay, pero no te toca

A propósito de un post de Los Miquis de Miami, reproduzco un texto que me publicara Encuentro en la red hace poco más de cuatro años. Si insulta lo infame de la situación, más insulta su vigencia, en medio de los tan cacareados “cambios”.

Lleva razón el himno. En cadenas vivir es vivir/ en afrenta y oprobio sumidos.

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El cristal con que se mira

Digamos que tengo una hermana que vive en Canadá. Digamos que su esposo es colombiano. Y digamos que tienen un hijo, oriundo de la tierra que está al norte del Norte. Hasta ahí, santo y bueno. Ahora digamos que a mi hermana la atrapa el “efecto boomerang” y no puede resistirse a visitar la Isla, la infancia, los años duros, la vida que abandonó en el Caribe.

Digamos que tiene que solicitar el denigrante “permiso de entrada” para pasear por su país de origen, “dueña de todo cuanto hay en él”. “Ciudad” puede decir. Y puede protestar y poner la cosa fea. Pero no dice nada. Este viaje, “en silencio ha tenido que ser, pues hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas”.

Digamos que su esposo, colombiano, y su hijo, canadiense, también tienen que pedir visa para visitar Cuba. Ya que estamos suponiendo, aventuremos que a mi cuñado le autorizan un mes de estancia y que al niño, con su escaso año y medio de vida, le otorgan otros treinta amaneceres en el trópico. Como todo esto que escribo es basado en la hipótesis, podemos decir también que a mi hermana, hija legítima de la Isla caníbal, sólo le dan tres semanas para desandar las calles que la vieron crecer. Sólo 21 días de nostalgia para la madre cubana, aunque su crío canadiense pueda quedarse otras nueve noches en la mismísima capital o el resto de las áreas verdes, dada su condición de ciudadano extranjero.

Digamos que esta hermana que me he inventado se tiene que tragar el buche amargo, la humillación legal y el chantaje administrativo con tal de llevar a mi sobrino ficticio a conocer a la parte de su familia que habita el archipiélago anómalo. Digamos que hacen su entrada casi triunfal en la Isla y que al tercer cambio de luna recogen los matules y se van a visitar a la estirpe colombiana.

Como hoy tengo una imaginación desbordante, los veo, un mes más tarde, de regreso de la tierra del café, haciendo una escala de ocho horas en el aeropuerto José Martí. Aquí es donde se me traba la pluma. Lo próximo que vislumbro es a mi cuñado irreal, mi sobrino de mentiritas y mi hermana que no existe en la sala de espera del mencionado aeródromo. Y veo a mi madre hipotética, al otro lado del cristal, en territorio cubano, mirando con una tristeza infinita a su familia, que le devuelve la congoja desde zona neutra.

Digamos que al colombiano y al canadiense les dejan salir a ver a la suegra/abuela, pero a esa hermana que no tengo, por el pecado capital de haber nacido en Cuba, le impiden regalarle un abrazo de saludo y despedida a su madre. Digamos que no me gustan los culebrones. Y digamos que el régimen que no permite a esta joven cubana salir a territorio cubano a encontrarse con la autora cubana de sus cubanísimos días es el mismo desgobierno que lanzó a su pueblo a las calles a reclamar la reunificación familiar, en suelo patrio, de Elián González Brotons —suerte de Moisés caribeño, punto de convergencia entre dos orillas, futuro presidente de Cuba— con ese objeto (in)animado y maleable que resultó ser su padre.

Digamos que estoy triste. Digamos que no me permito llorar mientras recreo esta anécdota aberrada, pues soy cubano y exiliado y esos dos defectos son incompatibles con el llanto.

Digamos que, habiendo nacido después del accidente de 1959, soy hijo del Marqués de Sade. Por último, digamos que todo esto lo imaginé mientras la indignación me pedía que creyera que no fue cierto.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Es que asi es, la ultima vez que fui a Cuba (en el 79), me demoraron la visa mas de un año, llamando continuamente al consulado de Paris, (vivo en Francia) desde el 71, mi esposo frances y mis hijas nacidas aqui, podian entrar a Cuba sin visa y yo que naci en Cuba, tuve que pedir visa y demorada y pagada carisimo, para poder entrar en mi propio pais, desde ese dia no he vuelto a poner los pies en mi pais.

Eduardo Frias Etayo dijo...

cojones hermano, no me agües el efecto boomerang que me ha entrado de hace un par de meses para acá, que bueno tampoco hay plata para ir, pero coño como se extraña, y te lo digo en serio, hoy ya pasé la hora de (mal)humor.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Si juntaras aunque sea un 10 por ciento de esas Historias "ficticias" y las escribieras así, otro día que amanezcas despeinado, te aseguro que das un palo por medio el campo.No escribo pero tengo nariz.
Un abrazo.

Alexis Romay dijo...

Anónima franco-cubana:
Lamento su episodio tan desagradable. Mi familia (como la suya, como la de todos) lo vivió en carne propia. Ojalá y un día podamos regresar. Pero no mientras se gobierne la isla como se gobierna un cuartel.

Eduardo:
Hermano, entiendo y respeto tu nostalgia. Y, de hecho, te prometo que no soy yo quien te agua la fiesta. Yo sólo comento lo que hay. La fiesta la echan a perder el sátrapa y sus peliagudas mascotas.
Un abrazo,
B.

Anónimo con olfato:
Me encantó tu comentario. ¿Me huelo quién eres? Nah. Soy pésimo detective. Aunque un giro de frase tuyo me recuerda a un buen amigo que habita en el Bronx y milita en el Barça. En cualquier caso, prometo tomarte la palabra…
Un abrazo,
B.

Eufrates del Valle dijo...

Digamos que eso es el pan nuestro de cada dia para los cubanos... porque, digamos que los cubanos no tenemos pais, porque el pais se lo apodero un hombre apoyado por los aplausos del mundo libre desde hace cinco decadas. Digamos, esa es nuestra realidad. Saludos estimado Bustro.

Los Miquis de Miami dijo...

digamos que ese régimen no tiene perdón por obligarnos a salir de una tierra que no es de nadie y sí de todos. digamos que por eso el día que se acabe, esperemos que el pueblo cubano tenga la suficiente memoria para no querer reproducirlo, cuando los retos de una nueva sociedad nos agobien. digamos que este es un excelente post que nos recuerda cuánto daño nos ha hecho fidel castro. para que no repitamos historias de otros países.

Anónimo dijo...

No te conozco pero percibo tanta rabia e impotensia como sensibilidad. No he leido tu libro pero este texto me obliga a comprarle. Si la novela tiene toda la pasion que aqui me has hecho sentir, seguro sera una joya.

Gracias

Alexis Romay dijo...

Eufrates, Miquis, Anónimo: digamos que les doy las gracias.